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Tarjeta roja

Tarjeta roja

Tribuna libre ·

El fin último es la gente, las familias, los amigos, el bienestar de los nuestros, la protección a nuestros hijos. A mí esta situación me produce respeto, casi diría miedo

Luis Nanton Díaz

Las Palmas de Gran Canaria

Domingo, 27 de noviembre 2022, 00:12

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Al gran Timonel, a nuestro ínclito líder supremo, cada día le queda menos para la tarjeta roja. El problema es que él lo sabe, y, además, le importa un pimiento. Cuando solo quedan 45 días para que finalice el año en curso, todavía este gobierno no ha autorizado transferencias por valor de 22.000 millones de euros, si pretende cumplir sus propios objetivos. Lo que se le da muy bien a estos iluminados es poner nombres fantásticos a sus proyectos, siempre resilientes y muy del espacio sideral, pero otra cosa bien diferente es cumplir programas, estrategias y objetivos.

De los 11 Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica (Perte), solo han repartido 2.500 de los 33.100 millones de euros comprometidos, aprobados por el Consejo de Ministros. Si consideramos que el propio Gobierno le atribuye una importancia capital a estos proyectos, y que se trata de un vehículo para que el dinero llegue a las empresas, esta demora es un pésimo dato para la ejecución de los Next Generation. Ven, otro nombre super bonito y molón.

De la información que facilita el propio Ministerio de Economía, en el último mes registrado por la IGAE, apenas se ha avanzado en la autorización de 730 millones € de fondos europeos, lo que conlleva que en septiembre se ha ejecutado solo el 2,6% de todos los fondos disponibles y concertados, ralentizando el crecimiento del volumen de recursos, que hasta la fecha apenas ha aumentado un 10% respecto del segundo trimestre 2022.

Todo esto, debemos unirlo a la subida de tipos implantada por el Banco Central Europeo, fustigado por la Reserva Federal de EE. UU, en su firme objetivo de luchar contra la inflación. El problema añadido, es que el gran perjudicado de la subida de los tipos fue la demanda de los préstamos con fines de inversión, que mantiene la caída que inició en el segundo trimestre. Se espera una potente ralentización de la inversión empresarial para el próximo semestre, y pone como ejemplo el recorte del 0,4% hasta agosto de la tasa de crecimiento de producción industrial y el retroceso del PMI de nuevos pedidos registrado durante el tercer trimestre. No llegan los fondos europeos, los interventores europeos nos acusan de que no está claro el destino efectivo de los fondos entregados hasta el momento, y el gran timonel preocupado por desenterrar a más gente.

Se le acaba el tiempo para la ejecución de los fondos europeos Next Generation del año 2022, y por lo tanto se nos acaba también al resto del personal, menoscabando peligrosamente cualquier leve indicio de recuperación El último dato de la Intervención General de la Administración del Estado (IGAE) determina que hasta septiembre se han autorizado transferencias por valor de 6.347 millones de euros, lo que supone el 22,3% de los 28.447 millones consignados en los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2023. Pese a todo, el Gobierno continúa bloqueando, en su ineficacia, el reparto de estos muy necesarios recursos.

Hace dos meses constatamos el peor crecimiento mensual de este ejercicio 2022, y no se corrige la funesta tendencia. Desde que en marzo se comenzaran a registrar los pagos realizados, no se había avanzado a un ritmo tan lento. La ejecución creció en abril en 900 millones, un 75% más; en mayo aumentó en 460 millones (un 29% más); en junio se ejecutaron pagos por valor de 575 millones (un 27% de crecimiento; en julio fueron 1.880 millones, con un alza del 71%; y en agosto se llegó a los 1.120 millones, un 25 % de mejora mensual. Pero no es suficiente, y, sobre todo, es una ralentización que no está justificada.

En privado el Gobierno reconoce los problemas, pero en público sigue insistiendo en que el reparto de fondos transcurre estupendamente. Una situación contradictoria que llega en unos momentos en que Bruselas ya ha advertido de que el retraso en la ejecución de los fondos podría entorpecer las transferencias que España debe recibir en el marco del Plan de Transformación y Resiliencia. En sus diferentes comparecencias, la vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, prefiere hablar de 'obligaciones netas reconocidas', lo que no es más que un compromiso de gasto de algún ministerio que no necesariamente está incluido en alguna convocatoria, ni menos que esta se encuentre resuelta. Que se puede esperar, cuando uno escucha a los ministros, hablando de la eliminación del delito de malversación, equiparándolo casi a una multa de tráfico. Si se trata del de sedición, me da la risa.

Mientras desde Moncloa continúan mirándose al ombligo, el ministerio dirigido por Irene Montero contrató por 121.000 euros la campaña que ahora amplifican en los medios de comunicación. El objeto de esta 'historia', es concienciar a la población en general, y a las mujeres en particular, contra los estereotipos de género sustentados «en la imposición de unos modelos de belleza femeninos, normativizados e irreales, que se convierten en un parámetro de valoración de las mujeres por su aspecto físico». Esto es una miseria, al lado del presupuesto publicitario de nuestro flamante gobierno, que es el principal anunciante en los medios de este sufrido país. Cada día es más fácil comprender, porque los medios describen un país, que poco tiene que ver con sus diferentes realidades. Esto lo cito, porque es uno de los innumerables ejemplos de cómo prioriza este gobierno sus objetivos.

No sé si su Sanchidad es un individuo intelectualmente brillante. Posiblemente no tenga una visión destacable sobre nada, aunque yo tampoco, pero es indudable que le sobra audacia y astucia política. Y, lo más importante: como buen tahúr del Misisipí disfruta jugando al límite. De lo que no es muy consciente es que ya tiene una tarjeta amarilla y, por mucha temeridad y audacia política que tenga, se está jugando la roja y no lo está viendo. Aquí mismo, en Canarias, la Red Europea de Lucha contra la pobreza y la exclusión social cifra en 365.055 canarios que viven en hogares con ingresos inferiores a 454 euros mensuales por unidad de consumo, lo que sitúa a Canarias como la comunidad con mayor pobreza severa del país, según los datos de la EAPN.

Pero sigo viendo a todo el mundo feliz. Eso es estupendo, hay que ser positivo, constructivo y resiliente, pero ¿dónde están los limites? Me refiero donde está la frontera entre ser un ciudadano colaborador y responsable y un triste borrego. Cada vez esta más claro que todo esto va de economía y no de pijaditas de tuiteros, pero no es del todo cierto. La economía es solo el medio. El fin último es la gente, las familias, los amigos, el bienestar de los nuestros, la protección a nuestros hijos. A mí esta situación me produce respeto, casi diría miedo. En cierta medida trabajamos por miedo a que les falte alimento, educación o vivienda; progresamos por miedo a que el futuro sea peor que el presente; muchos votan a lo que votan porque les han inspirado un miedo irracional a los cambios.

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