Sentirse acorralado

Silvia Fernández
SILVIA FERNÁNDEZ Periodista

La guerra de Ucrania volvió ayer de nuevo a ser portada de los medios de comunicación. El anuncio de Putin de que va movilizar a 300.000 reservistas de hasta 35 años -por ahora quedan al margen los estudiantes- y la insistencia de la amenaza nuclear («utilizaremos todos los medios, no es un farol», según dijo el presidente de Rusia), dibuja un escenario nada halagüeño.

Putin es impredecible en sus acciones, como ha venido demostrando desde hace años, pero ahora que se siente acorralado no solo en el ámbito exterior sino también dentro de su país -le llueven las críticas de cargos públicos rusos sobre las decisiones que está tomando y la población se está movilizando abiertamente pese al castigo que reciben- se puede esperar cualquier cosa incluso que active el botón rojo del mayor arsenal nuclear del mundo.

Ya se sabe que en situaciones desesperadas las decisiones que se toman son desesperadas y Putin hoy se siente acorralado. Está perdiendo la guerra en Ucrania y en sus país las presiones son cada vez mayores y no se van a detener.

La movilización parcial del pais anunciada ayer supone llevar a la guerra a miles de familias rusas que, hasta ahora, habían visto el conflicto de lejos. Añadir militares no es la solución para ganar en este conflicto y lo más probable es que solo sirva para añadir víctimas inútiles a la larga lista actual.

El temor provocó ayer una fuga de rusos del país hasta el punto que se agotaron las plazas de avión para salir a los países en los que no se pide visado. Rusia se desangra y Putin cada vez está mas solo. El futuro es incierto.