La zanahoria
«El truco de sacar un conejo fiscal de la chistera no falla nunca en este país»
Conocer el terreno nos hace sentirnos seguros, tan confiados que paseamos silbando por el corral con aires de saberlo todo como si la experiencia garantizara un plus de invulnerabilidad. Nos relajamos hasta que el resbalón y el consiguiente golpe nos recuerdan que el exceso de confianza es un arma de doble filo, incluso para un rara avis en el mundo político como Cristóbal Montoro. Solo así se explica que todo un ministro de Hacienda trate a los ciudadanos públicamente como burros a los que colocar en las narices una «zanahoria». Eso sí, una zanahoria fiscal que siempre da al patinazo cierto aire de solemnidad.
Y es que hay que reconocer que nada es tan efectivo para atraer a la manada -en versión Montoro- como una rebaja fiscal. Cáritas alerta de la «normalización de la pobreza», Canarias lidera el tiempo de espera por una operación quirúrgica, siguen sin recortarse las listas por una ayuda de dependencia...pero el político de turno lanza una reducción de impuestos y el mundo frena en seco en busca de una alfombra roja. El truco de sacar un conejo blanco de la chistera no falla nunca.
Al menos en el archipiélago, el PP ha tenido la decencia de ponerlo sobre la mesa sin esperar al último año de la legislatura como quiere hacer el Gobierno de Rajoy. Aquí, los populares llevan tres años reclamando sin descanso una vuelta del IGIC al 5% que abandonó para paliar el descenso de ingresos durante la crisis económica. Fue la promesa estrella de María Australia Navarro en su campaña electoral, ha sido la marca de la casa en la etapa del PP en la oposición y está siendo el caballo de batalla de los conservadores en sus negociaciones con CC para entrar en el Ejecutivo.
Sin embargo, esta tentadora zanahoria no seduce a los nacionalistas, quizás porque lo de estar en el poder da una especial visión de lo importante que es contar con recursos en una Comunidad Autónoma a la cola en todas las cosas buenas y a la cabeza en las malas. Para CC, al igual que para el ministro de Hacienda, lo oportuno sería sorprender al público con la resultona magia fiscal en el presupuesto de 2019, cuando la cercanía de las urnas garantiza el aplauso sin que las arcas públicas sufran el agujero. Después...ya se verá.
Esa postura no quita para que Rosa Dávila ceda al PP algún terrón de azúcar con el que contentar a sus caballerizas este tiempo. Una pequeña rebaja aquí, otro retoque allá...y ya hay algo que vender hasta la próxima cosecha.