
Golpismo (hasta desde dentro)
Opinión ·
Los alemanes, en ese sentido, han dado una respuesta rápida y terminante. Hay, por ahora, veinticinco detenidosSecciones
Servicios
Destacamos
Opinión ·
Los alemanes, en ese sentido, han dado una respuesta rápida y terminante. Hay, por ahora, veinticinco detenidosParece inaudito ¿no?, pero que prácticamente en un mismo día, a estas alturas del siglo, haya dos intentonas de golpe de Estado, en geografía tan distante como Alemania y Perú, pone de relieve que no estamos exentos de que los populismos combustibles y riesgosos así como algunas acciones incontroladas de iluminados obtengan beneficios allí donde menos se espera. No vale que se diga que los golpes no son como los de antes: la intelligentsia sabe cómo se mueven los mentores, tiene claros sus objetivos, sabe esperar y mueve sus piezas aún conociendo que las posibilidades de prosperar son limitadas. ¿Pero si ocurre lo contrario? ¿Si pillan a la policía o a los servicios de seguridad en un renuncio o un 'dejar hacer' que terminan facilitando los movimientos desestabilizadores y conspiratorios? ¿A ustedes les resulta indiferente que un tipo insensato como Donald Trump, que aún se cree en condiciones de volver a aspirar a la presidencia de Estados Unidos, exprese también en público sus veleidades y hasta sus amenazas al funcionamiento del sistema?
Parece, dicho está, que es inaudito. Y que los afanes que socavan los cimientos democráticos son incesantes. Y no, que no vengan los que restan importancia, se echan a reír cuando en una conversación sale este asunto y hasta, muy caústicos, esgrimen que la institucionalidad, los prebostes y los organismos internacionales no permitirían que el orden constitucional y legítimo se viera salpicado con rupturas y fracturas. Si la espiral se desata y no se corta a tiempo, cualquier cosa puede suceder, no hace falta violencia ni disparos. Ya se verá cómo se sale, con o sin respaldo social.
Los alemanes, en ese sentido, han dado una respuesta rápida y terminante. Hay, por ahora, veinticinco detenidos, pertenecientes a un grupo extremista de derechas que no reconoce la legitimidad de la República Federal salida de la Segunda Guerra Mundial. Fíjense ustedes, a estas alturas, tras todo lo que ha ocurrido y después de las alternancias en el poder político, todavía cuestionan hasta el propio ordenamiento jurídico. Esta situación nos ha llevado a decir, viendo las tentaciones en nuestro país, que la democracia es para los demócratas. Ideas coincidentes con las de grupos neonazis, ansiosos del revisionismo histórico y de los principios nacionalsocialistas. Todavía les pareció poco.
Y al otro lado, junto a la costa del Pacífico, el presidente de Perú, Pedro Castillo, lo intentó desde dentro. Quiso disolver el Congreso y decretar un Gobierno de excepción. Se puso el disfraz democrático, ese que se usa en situaciones límite para dar idea de la bondad de las determinaciones, y anunciaría elecciones democráticas al Congreso para aprobar una nueva Constitución. Castillo, que debe ir acumulando problemas y tensiones desde que asumió el poder, sabía que se movía en terrenos pantanosos y revueltos. Era un presidente desbordado y huyó hacia adelante en una suerte de aventura con tal de su salvación personal. Un disparate: así no se hacen las cosas. Y si no, que le pregunte a quien ya es compañero entre barrotes, el ex presidente Alberto Fujimori, cuando su autogolpe en 1992, al cerrar el Congreso e intervenir el poder judicial. No entienden que son máculas históricas, que con impulsos de este calibre no se va ningún lado. Y menos desde dentro, donde jugar con ventaja es tan condenable como si algún país extranjero se entromete para respaldar una posible –¿posible?- solución.
Que no. Olvídense de aventuras y desbarres, desbarajustes e irracionalidad, que solo propician salir esposados o por la puerta trasera. La democracia, allí donde esté, merece otros empeños.
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.