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¿Y el ministerio de Pablo Iglesias?

¿Y el ministerio de Pablo Iglesias?

José L. Reina

Jueves, 1 de enero 1970

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Pedro Sánchez ha completado su Gobierno, 100% socialista, y con algún fichaje estrella que le ha servido de márketing político para evitar que se hable, durante un tiempo al menos, de las necesarias elecciones. No cabe duda de que la incorporación de Borrell a su gabinete es un buen movimiento por parte del nuevo presidente. Un socialista respetado y respetable, bandera de la unión nacional y gran azote de los independentistas catalanes, que no se han tomado nada bien este nombramiento. Quizás soñaban con Gabriel Rufián de ministro de Asuntos Exteriores, que viniendo de esas cabezas pensantes, lo mismo lo veían factible, vayan a saber.

Otra de las incorporaciones sorpresa, la del astronauta Pedro Duque, que se hará cargo del ministerio de Ciencia e Innovación. Otro buen movimiento mediático de Sánchez, que deja claro que está formando un equipo para agotar la actual legislatura, y no para hacer un Gobierno de transición, que sería lo oportuno para demostrar higiene democrática. Lo que pasa es que el actual presidente ya se ha enfrentado a las urnas en más de una ocasión, y no ha salido muy bien parado, de ahí que esa opción ni la contemple. Y mucho le debe a Mariano Rajoy, que atemorizado por las encuestas, prefirió no dimitir, y evitar así que su partido sufriera un duro revés en las elecciones.

Los de Podemos, por su parte, se estarán arrepintiendo de no haber apoyado al socialista cuando tuvieron la oportunidad. Ahí probablemente hubieran cazado algún ministerio, pero los humos eran otros. Iglesias se veía como el mesías nacional, y exigió todas las grandes áreas. Ahora se hubiera conformado con algún ministerio menor, pero llega tarde a esta película.

Su apoyo a Pedro Sánchez no es por una cuestión ideológica, es puro instinto de supervivencia. Si no lo hubiera hecho, sus votantes no se lo hubieran perdonado, ya le han perdonando bastante, mansión de lujo incluida. Habrá que ver cuánto tiempo aguanta este invento. Un cóctel de ideologías radicales que difícilmente se entenderán, pero que Sánchez, de momento, ha sabido sortear. Lamentablemente para él, la fiesta está empezando.

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