Borrar

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Coalición Canaria celebra hoy un Consejo Político Nacional que cerrará el caso de la indisciplina de la diputada Ana Oramas durante la investidura de Pedro Sánchez, en la que desatendió el mandato de abstenerse y emitió un voto negativo, y al que se llega con una organización quebrada y con nada disimulados desencuentros.

No es la primera vez que la convulsión conmueve a esta organización, pero sí la primera en que la colisión entre sus miembros se produce fuera del poder, en el que se instaló, para eso nació, hace casi tres décadas y del que fue desplazada en casi todos los lugares e instituciones en las últimas elecciones locales y autonómicas. De ahí que la coyuntura sea sustancialmente diferente a las anteriores; de ahí, también, que el congreso que se avecina se prevea, todavía más, iracundo.

Fue Coalición Canaria en su origen, año 1993, una atrevida y exitosa obra de ingeniería política que supo aprovecharse de ese poso de canariedad que anida en una importantísima parte de la masa electoral. Así pues, Canarias sirvió para esta organización como magnífico soporte sobre el que construir un lustroso cartel con gancho electoral; pero, a la vista está, casi treinta años más tarde, nunca fue una idea a desarrollar en clave de futuro. Por tanto, la apuesta atrevida se quedó en artificiosa.

Así pasaron los años, se constató que a su principal valedor, ATI, le costaba tener un concepto de Canarias en equilibrio y respeto a todas las islas. Lo que se trataba era de ostentar el poder, y mientras se tuviera este, a vivir que son dos días, por lo que los valores de la generosidad y fraternidad que exigían la vertebración de la comunidad, región, nacionalidad o nación, llámese al gusto, no se prodigaron.

Quedó también en evidencia que el nacionalismo que se predicaba nacía de arriba a abajo, una metodología nunca corregida, y que el ventorrillo se sustentaba sobre liderazgos personales, ignorando que más importante que los líderes deberían ser el liderazgo social, intelectual y político de las ideas. Para ellos la coherencia siempre fue pactar con las fuerzas mayoritarias. El llamado negocio de la indefinición dio réditos durante mucho tiempo, hasta que desplazados del poder, ATI ya no pudo repartir más prebendas. Y los demonios se desataron, hasta el punto de que se dejaron de guardar las apariencias y se desterró la rentable indefinición ideológica que primaba el pragmatismo. La fuerza tinerfeña dominante en Coalición Canaria ha retornado a lo que siempre fue, una organización conservadora e insularista.

El cemento del poder que permitía la convivencia entre heterogéneos ha dejado de ser. A la vista está que la indefinición, tarde o temprano, pasa factura. Nuevos tiempos para el autoproclamado nacionalismo canario.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios