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Vete a pulpiar

Ultramar. «El habla canaria es una de las variedades del español más documentadas y estudiadas, por algo será» Vicente Llorca

Sábado, 25 de noviembre 2017, 08:00

Mira mi niña, he leído que te llamas Ana Guerra, que eres de La Laguna y que concursas en el programa Operación Triunfo, en el que aspiras a alcanzar el estrellato en el mundo de la canción, y después de escucharte decir que tu acento, que es el mío, te parecía feo y que te «encantaría poder hablar castellano», mi primera intención fue mandarte a pulpiar; sin embargo, vi en ti un retrato de nuestro pueblo, de nuestra gente, de los canarios que durante gran parte de la historia hemos vivido con complejo de colonizados.

El foráneo dice sentirse encantado con nuestra singular y melosa manera de hablar y nosotros nos azoramos. Ha ocurrido durante demasiado. Culto a lo foráneo y poca querencia a lo propio. Los de afuera tenían «piquito de oro» y los de aquí mal hablábamos. Desarraigados que fuimos. ¿Lo seguimos siendo?

Alonso Quesada ya lo dejó escrito mediada la centuria pasada en su novela República Bananera: «¡Venía de Madrid tan cambiado! ¡Cómo se le afinaba el habla a los mozos platanófilos que estudiaban fuera!». Ocurre, como sentenció César Manrique, que «la mentalidad de los canarios se ha caracterizado por no haber entendido nunca dónde están viviendo y lo que tienen».

Y, mira por donde, lo que tenemos es una variedad del español que es de las más estudiadas y documentadas, por algo será; y que es, además, un fiel retrato de una realidad mestiza cargada de peculiaridades, con castellanismos, portuguesismos, andalucismos, americanismos, arcaísmos, guanchismos, europeísmos, arabismos... ¡fíjate si hay cosas de las que presumir!, sin embargo, la realidad y nuestros comportamientos demuestran que siendo valedores de singulares características seguimos arrastrando importantes carencias en lo que al conocimiento de nuestra realidad y entorno se refiere.

A poco que hiciéramos memoria más de uno, con responsabilidades políticas, debiera sonrojarse al recordar el sinfín de dificultades que se pusieron a la creación de la Academia Canaria de la Lengua. El desarraigo y el complejo de colonizados demoró en el tiempo su nacimiento, al punto que se llegó a caricaturizar la propuesta. Por tanto, lo tuyo Ana es una manifestación más de que por aquí, como ya lo apuntó en el siglo XVIII don José Viera y Clavijo, muchos nacen, viven y mueren sin conocer lo que ven, sin saber lo que pisan, sin detenerse en lo que encuentran, ignorando que aquel que no preserva y desarrolla día a día su patrimonio, día a día lo estará perdiendo.

Es incontestable que la lengua es viva y como tal muta constantemente; sin embargo, independientemente de que haya quien se avergüence de nuestro acento, también es cierto que muchos vocablos del habla canaria, hasta hace bien poco comunes, están cayendo en desuso, por eso es primordial que los centros de enseñanza dediquen especial atención al fomento de nuestros valores culturales, de ayer y de hoy, para que, desde la conciencia, se pueda discernir y responder con autonomía a la inexorable globalización.

Se trata de saber, antes de irnos a pulpiar, que el canario, como dijera el estudioso Alfonso O’Shanahan, no es solo un gentilicio y un adjetivo sino también una lengua, el español que hablamos en Canarias. ¡Y a mucha honra!

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