A dos velocidades

Hoy todos preferiríamos estar en otra parte. Hay ganas, muchas ganas, de coger un avión y cambiar de escenario tras 14 meses en foto fija. El recuerdo de lo que fuimos agudiza el deseo, las ganas de tocar lo que llevas demasiado tiempo sin sentir en la yema de los dedos. Hay prisas por pasar página, por acabar de una vez este libro y empezar a leer otro con más alegrías. El problema es que esa carrera hacia la normalidad se mueve a dos velocidades bien distintas: la del ritmo de vacunación y la del levantamiento de restricciones como si el virus ya no andara entre nosotros. Así lo ha querido el Gobierno de Pedro Sánchez y así lo han tenido que encajar las comunidades autónomas.

Habrá que esperar 15 días para valorar el efecto en los contagios de la decisión de acabar con el estado de alarma y volcar en regiones y tribunales el peso de esa responsabilidad. Por el momento, solo consuela saber que la población más en riesgo, por edad y sus patalogías propias, cuenta ya con protección, lo que al menos evitará que se vuelva a disparar el número de muertes e ingresos en las UCI.

Por el momento, la mayor parte de los españoles cruza los dedos cumpliendo las normas mientras unos pocos celebran en la calle el fin del toque de queda con la policía corriendo detrás para poner multas que en su mayoría nunca se llegarán a pagar. Las imágenes de botellones salpican los fines de semana como parte de la factura que debemos pagar de camino hacia la normalidad. Parece inevitable.

También entra en la lógica de lo previsible que miles de españoles hayan aprovechado para cambiar de comunidad autónoma tras meses de cierres perimetrales que impedían visitar a familiares, airear segundas residencias o simplemente conducir 20 kilómetros para tomarte una caña en el pueblo vecino. No se puede culpar a nadie por coger el coche para que la abuela abrace a sus nietos o para pegarse un primer baño en el mar. Ahora es absolutamente legal porque el Ejecutivo central no le ha dejado otro camino a las comunidades autónomas.

Esa apertura de la movilidad junto con la caída de las cifras covid permite además la vuelta de los turistas, lo que en lenguaje canario significa el principio del fin de la crisis económica que vive el archipiélago desde hace 14 meses. Alemania, Países Bajos, Dinamarca y pronto Reino Unido levantan el veto a las islas, giro que en breve empezará a notarse en las reservas. Hay ganas, muchas ganas, de pasar página. ¡Pónganlas también en vacunar!