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Un cacho de turrón

«De cuando un abuelo decidió hacerse paje de Papá Noel y endulzar la Navidad a los necesitados»

Jueves, 1 de enero 1970

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Érase una vez un abuelo al que, por estas fechas, sus nietas, al llegar un día del colegio, le pidieron algo de comida para entregársela a los niños pobres. Como en tantos centros escolares, como en tantos rincones de esta tierra, cuando se acerca la Navidad el espíritu solidario se acentúa y se suceden las campañas en favor de los más desfavorecidos y, más aún, para con los más pequeños.

El abuelo, solidario desde su más temprana juventud, no en vano su vida está jalonada de gestos desprendidos de ayuda en pro de colectivos que han sufrido muchos reveses, no dudó en atender la petición; pero, en su desbordante sensibilidad se atrevió a preguntarse si esas necesitadas criaturas además del sustento alimentario necesario y de los juguetes que también se recogen no merecerían, además, recibir un cacho de turrón para disfrutar del dulce sabor que caracterizan a estas fiestas, como hacen la mayoría de los mortales. Si estamos en fiestas, que sean para todos.

Ese día, guiado por el empeño de aliviar penas, arrancar sonrisas y pretender que todos seamos, en la medida de lo posible, más iguales; en resumen, siendo fiel a si mismo, le dijo a sus nietas que le iba a pedir a Papá Noel que le permitiese ser su paje en estas tierras y le autorizase a lanzarse a las calles para intentar que ningún crío, cualquiera que fuese su condición social, se quedase en estos días sin poder llevarse algo dulce a la boca. Y así, ya con el aval llegado de las lejanas y frías tierras nórdicas, Nico, ya paje de Papá Noel, hizo realidad la campaña Por un cacho de turrón.

No le importaba ser solo él. Ilusión y entusiasmo siempre le han sobrado y los contagia. De aquello han pasado trece años. Con un pequeñito comando de voluntarios, apostándose en esquinas, entrando en estadios y pabellones, tocando en las puertas de empresas... educando en la solidaridad, ha logrado que aquella iniciativa que nació escuchando a sus nietas sea ya un referente cada vez que se acerca el fin de año. Y hoy, juntando esfuerzos con el Banco de Alimentos, «uno de los campeones de la solidaridad», como dice Nico, el paje de Papá Noel, toca en más puertas y llega a más lugares. Y es que todo lo que se haga es poco, porque no hay que olvidar que la alegría razonable de estas fechas no puede ocultar que el 30% de los canarios son pobres y el 40,2% está en riesgo de exclusión.

Mañana, coincidiendo con los partidos de la Unión deportiva Las Palmas y el Granca de baloncesto, andará por la fan zone del estadio y en el Gran Canaria Arena haciendo sonar su campana, repartiendo sonrisas y recordándonos que aún bastantes no tienen siquiera un cacho de turrón que echarse a la boca. Gente ejemplar como esta bien merece, además de reconocimiento, un pequeño gesto de cada uno y que tanto suma.

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