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Tomaduras de pelo

Tomaduras de pelo

José L. Reina

Miércoles, 31 de julio 2019, 23:46

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Aquellas personas que hayan leído o escuchado declaraciones de los dirigentes de CC tras las elecciones, pensarán dos cosas: o que han perdido el norte, entre otras muchas cosas, o que les están tomando el pelo, lo cual es más grave. La forma en la que cayó Carlos Alonso el día de la moción de censura pasará a la historia como un triste episodio de trampas, pésimo gusto, y falta de respeto a todos los ciudadanos que han tenido la valentía de aguantarlo estos años.

Alonso, más conocido como el último mencey, debería aprender algo del popular Asier Antona, que salió ovacionado y con todos los parlamentarios en pie, rumbo al Senado. Dos maneras muy diferentes de acabar, una con honor y la otra con vergüenza ajena.

Luego está lo de Clavijo. Tras negar y volver a negar que iría al Senado, afirmando además en una entrevista que eso era un invento de Gustavo Matos, resulta que al final se va. O lo invitan a irse. O las dos cosas. Pero la tomadura de pelo va más allá. Su partido vende el nuevo destino como el lugar ideal para el resurgir de CC. Los medios afines se hacen eco y maquillan la noticia de esa manera. Sin ningún respeto por el ciudadano, en un caso, ni por el lector, en el otro, partido y medios se creerán que la gente es estúpida.

¿En qué iluminada mente entra que el resurgir de CC pasa por Madrid? ¿A quién se le ocurrió que el Senado es el trampolín para nada? ¿A partir de qué gin-tonic consideraron que esa excusa colaría?

Con Clavijo fuera, CC se ha quedado sin plaza ni mando. Barragán, el eterno superviviente, ondea la bandera blanca en el islote donde permanece, pidiendo algo de auxilio, o por lo menos algo de compañía. Que Barragán sea la cabeza visible en la actualidad de CC dice mucho del estado actual que vive el partido.

Luego está lo de Juan Manuel García Ramos y su delirio colonial. El eterno líder del PNC, fiel socio de CC, afirmó que tras perder los cabildos de La Palma y Tenerife, estos quedan «en manos peninsulares». Además, ya puestos a liarla, afirmó que el canario «es el nacionalismo más peligroso del estado español».

Para García Ramos, desde las mociones de censura, los habitantes de Tenerife y La Palma ya no dicen papas sino patatas, y se empeñan en decir que los canarios dicen muyayo, en lugar de muchacho.

Me imagino a Alonso y Clavijo reunidos tras el fiasco, para analizar estrategias:

Yo tengo una jugada maestra para el pleno de la moción. Ya verás, presidente...

— Pues yo voy a decir que el Senado es clave para el resurgir del partido, se lo cuelo a los voceros, y ya que lo hagan público...

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