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Pocas frases, como la lanzada el miércoles por la portavoz de Junts en el Congreso de los Diputados durante la sesión de investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno de España, refleja mejor cómo va a transcurrir esta legislatura, que yo creo que no va llegar a culminar los cuatro años previstos. «No tiente la suerte», le dijo la portavoz de Junts, Miriam Nogueras, a Sánchez en tono serio y amenazante dejando entrever que no le van a dejar pasar ni una ni una y que cualquier desvío sobre el acuerdo negociado con Puigdemont en Waterloo se traducirá en una pérdida del apoyo parlamentario.
La frase pone en evidencia quienes van a marcar el camino en el tiempo que dure este gobierno y que no va a estar exento de momentos críticos. El miércoles mismo, en pleno debate y sin haber elegido aún al nuevo presidente se planteaba la primera crisis. El que Sánchez utilizara por la mañana en su intervención la palabra «diálogo» en lugar de «negociación» molestó a los independentistas que amagaron con una posible abstención. Primer conato de incendio que extinguió por la tarde Sánchez, quien en la réplica a Nogueras reforzó su compromiso con Junts y lo acordado en tono tranquilizador. Vuelta todos al redil.
Por lo demás, más allá de los bloques y la obsesión de Sánchez por meter en el mismo saco a PP y Vox, en el debate se escuchó muy poco de los temas que nos preocupan a los españoles. Sánchez puso sobre la mesa alguna medida como la gratuidad de las guaguas y mantener el IVA reducido de los alimentos -para los ciudadanos de península- pero poco más. Ni paro, ni inmigración ni condonación de la deuda...
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