Sesión de control
Del director ·
Tenemos una clase política centrada en quienes cortan y pegan sus intervenciones en las redes socialesHago el ejercicio de ver las sesiones de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados. En teoría es un termómetro de la situación del Ejecutivo, los partidos y la relación entre quienes sustentan al Gobierno y quienes ejercen la oposición. Permite además contemplar matices, como el enfado o el agrado, mayor o menos, de este o aquel diputado en función de si atienden lo que pide o si le dan con la puerta en las narices. Y sirve también para calibrar la capacidad dialéctica de sus señorías, que no tiene que ser la mayor de sus virtudes pero tampoco el mayor de los deméritos.
A partir de ese esquema previo, lo cierto es que desde hace un tiempo las sesiones de control se han convertido en un diálogo de besugos donde cada uno reinterpreta la pregunta que había planteado inicialmente según convenga en función de la actualidad de ese día o de la víspera, y donde cada integrante del Gobierno contesta también lo que le viene en gana, al margen de cuál fuera la pregunta escrita incluida en el orden del día o la que finalmente le hicieron a viva voz. Siempre queda alguna excepción, como el diputado del Partido Nacionalista Vasco Aitor Esteban, que es de lo mejorcito de la Cámara cuando sube a la tribuna y que no da puntada sin hilo.
La sesión de ayer era esperada con expectación por el lío de los indultos, la escenita de Sánchez con Biden y el empeño de Díaz Ayuso en meter en danza al rey. Y lo que se vio fue la constatación de que tenemos una clase política que está pensando en quienes cortan y pegan sus intervenciones en las redes sociales de los partidos y no en el ejercicio parlamentario de preguntar y responder.
La afirmación vale tanto para los que gobiernan como para los que están en la oposición. Así, dio igual si a Pedro Sánchez le recordaban sus anteriores declaraciones contra los indultos políticos, pues él iba a sacar pecho con el anuncio de que en 2022 España acogería la cumbre de la OTAN, además de volver a sacar el asunto del rey y los indultos para incomodar a Pablo Casado, como también dio igual que Yolanda Díaz no sea la ministra con competencias en la factura de la luz, pues a Teodoro García Egea le toca cargar contra ella ahora que se ha ido Pablo Iglesias, y le soltó la pregunta a la ministra responsable de Empleo a pesar de que a su lado estaba sentada Teresa Ribera.
Y así, con ellos tan entretenidos en alimentar a quienes promueven sus minivídeos en las redes, sus señorías echan la mañana y se van a casa convencidos de que eso es el parlamentarismo.