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Sedición

DEL DIRECTOR ·

La apuesta es arriesgadísima en clave electoral

Francisco Suárez Álamo

Las Palmas de Gran Canaria

Viernes, 11 de noviembre 2022, 23:19

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En otra demostración de que lo que le importa es garantizar que la legislatura llegue a su fin, el presidente Pedro Sánchez avanzó en la noche del pasado jueves la modificación del delito de sedición, que quedará bastante descafeinado. Fue anunciarlo ante las cámaras de La Sexta y antes de que terminase la entrevista ya había una primera valoración positiva de ERC, signo inequívoco no tanto de que en el partido catalán sean los más rápidos en las redes sociales sino de que, evidentemente, eran sabedores de lo que Sánchez iba a anunciar. ¿Hace falta decir que ERC aplaudió lo dicho por Sánchez?

Para empezar, hay una cuestión de formas: está bien concederle a García Ferreras en La Sexta el mérito de conseguir el anuncio de Sánchez pero, siendo una cuestión de tanto calado, debió el presidente haber elegido otro formato y otro lugar. Una comparecencia en el Congreso, por ejemplo, habría sido lo suyo. A fin de cuentas, estamos hablando de una modificación legal de gran relevancia y no parece adecuado que sus señorías, que algo tendrán que decir como representantes que son de la soberanía nacional, se tengan que enterar de esa manera.

En cuanto al fondo del asunto, nadie cuestiona la legitimidad del gobernante para cambiar las leyes si tiene mayoría, pero otra cosa es que lo haga desdiciéndose de lo que había afirmado con anterioridad. Es más, aquí hablamos de ir contra los actos propios, pues Pedro Sánchez estuvo al lado de Mariano Rajoy cuando se activó el artículo 155 de la Constitución frente al desafío independentista catalán.

Si Sánchez tenía previsto hacer lo que anunció, también lo podía haber incluido en el discurso de investidura. Así, además del enfado de la oposición, se habría evitado el susto, primero, y el disgusto, después, de buena parte de sus compañeros de partido. En especial de esos barones territoriales que ya antes del jueves veían peligrar la reedición de sus gobiernos en mayo de 2023 y que ahora están haciendo cuentas para ver cuántos votos pierden por esta concesión a ERC.

La apuesta es arriesgadísima en clave electoral pero también lo es en clave catalana. El soberanismo es mucho más que ERC y puede que llegue en un día en que ese partido no tenga capacidad para controlar a quienes desean una nueva ruptura frontal con el Estado. Como tampoco hay garantía de que ERC vaya a ser el partido domesticado que se supone que Sánchez cree que será.

Resumiendo: Sánchez se garantiza unos meses en La Moncloa y puede haberse pegado un tiro en el pie. En el del partido. Y en el de su credibilidad.

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