Se han dicho y escrito tantas cosas justas, bellas y verdaderas, sobre Jerónimo Saavedra, que casi no queda espacio para decir nada más. Todo el mundo reconoce sus logros, su condición de pionero en tantas cosas, las metas que alcanzó, su capacidad de diálogo, su compromiso, su generosidad. Para muchas personas que nunca la conocieron directamente, Jerónimo Saavedra es un símbolo que les pertenece, y todo lo que digamos quienes tuvimos el regalo de su amistad no añade nada.
Profesor de Derecho del Trabajo, culto, caballero de la cultura, con una especial sensibilidad por la música y el arte. Su contribución fue transcendental en los avances tanto educativos como culturales en el archipiélago.
Para Jerónimo el PSOE era muy importante, siempre le fue fiel, jamás hizo que su opinión proyectara sombras o que se convirtiera en una deslealtad a la organización. Su aportación al debate siempre fue leal con el proyecto político que encabezó durante muchos años como secretario general y como presidente. Huyó siempre del victimismo en todas sus responsabilidades públicas.
El Grupo Socialista Canario, es el más antiguo del Parlamento de Canarias. Ha sostenido gobiernos, ha liderado la oposición, y nuestros diputados y diputadas han participado en los debates más importantes que han afectado a la vida de los canarios y canarias.
Jerónimo Saavedra fue el primer responsable del Grupo Parlamentario Socialista Canario y primer candidato socialista a presidente del Gobierno de Canarias elegido en la sesión del debate de investidura, el 7de junio de 1983.
Cuando contemplamos la Canarias de hoy, la de las libertades, la democrática, la de la comunidad del bienestar o nuestro desarrollo autonómico donde se plasma el autogobierno y el reconocimiento a nuestra identidad singular, basada en sus circunstancias geográfica, históricas y culturales o nuestro tratamiento diferenciado en la Unión Europea que ha ido evolucionado hasta la actualidad.
Todo eso, no se explica sin la participación de Jerónimo Saavedra.
Nos sentimos heredero todo eso, además de su templanza, de su prudencia, de su oficio político en buscar siempre el camino del diálogo y del entendimiento. De su necesario liderazgo para que Canarias fuera posible, «donde la solidaridad no fuera una palabra hueca sino que fuera el ejercicio diario, permanente, de un canario para con otro, de nuestras islas entre sí», como así lo expreso en su primer discurso de investidura en el Parlamento de Canarias.
Jerónimo Saavedra era un maestro de la política útil, la que sirve para mejorar la vida de los ciudadanos.
Política útil es política constructiva, es extender la mano en lugar de retirarla, sentarse y hablar en lugar de levantarse y marcharse. Política útil es política del respeto. Respeto por la verdad, respeto por las instituciones, respeto por los ciudadanos, no rehuyendo la complejidad de la realidad que nos ha tocado vivir.
Y política útil es política creíble. Creíble porque comienza por la autoexigencia. Creíble porque cumple con los acuerdos alcanzados, el valor de la palabra dada. Y creíble porque señala horizontes posibles, y explica cómo asumirlos.
Jerónimo Saavedra tenía el oficio político para llevar a efecto, con imaginación y audacia, los cambios que se consideraban imposibles o para defender su visión de esa España plural y diversa. Y lo hacía sin arrogancia ni prepotencia, con mucha generosidad.
Reivindicando, siempre, la política como un instrumento útil al servicio de Canarias y no como herramienta para la crispación y la deslealtad.
También recuerdo su labor como ministro, pero especialmente como Alcalde. Todavía recuerdo aquella llamada desde La Palma, aquel 9 de abril, jueves Santo de 2009, yo había dejado la política 10 años antes, y desarrollada mi actividad laboral en el sector privado. No supe distinguir si la llamada era del amigo o de alcalde, quizás la mezcla de ambas.
Me dijo que cenáramos el domingo a su vuelta de La Palma. Me pidió que volviera al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria con él. Volví. Trabajar junto a él fue una experiencia maravillosa, aprendí de él oficio de la política. Estoy convencido que si no hubiera sido por aquella llamada de Jerónimo Saavedra, no hubiera vuelto a la política.
La Canarias de hoy no sería tan buena sin las aportaciones de Jerónimo Saavedra, sin su extenso y profundo conocimiento de Canarias. En la Universidad el máximo grado docente es el de catedrático, pero para ciertos profesores, sus discípulos reservan un término en apariencia más modesto, pero con un significado más profundo: maestro.
El maestro, además de conocimiento aporta sabiduría, y Jerónimo nos ha regalado a todos nosotros su sabiduría, lo ha hecho con absoluta generosidad, y con la humildad de los sabios. Y a una lección de generosidad corresponde un ejercicio de agradecimiento, que es el que ahora hago, personalmente, en nombre del Grupo Parlamentario Socialista Canario, mi grupo, y en nombre de todos los canarios y canarias. Hasta siempre maestro, compañero y amigo, Jerónimo Saavedra.
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