Salto de Chira
Del director ·
La declaración favorable de impacto ambiental es como un oasis en el desierto
En medio de la catarata de malas noticias sobre la pandemia, la declaración favorable de impacto ambiental del Salto de Chira es como un oasis en el desierto. Un oasis positivo y lleno de posibilidades. Porque creo que el potencial de esa combinación de central hidroeléctrica, bombeo de agua y garantía de riego en buena parte de cumbres y medianías; todavía no lo hemos calibrado bien.!y creo que ni los propios promotores son consecuentes de ese potencial y de las sinergias con actividades muy diversas. Sí, el salto de Chira no debe ser cosa de 'cuatro ingenieros' y un puñado de políticos, sino que debe empapar a la economía y la sociedad de toda la isla. En ese sentido, solo dos ejemplos: en Las Vegas, en Estado Unidos, una de las excursiones de todo catálogo turístico que se precie es la presa de Hoover, como obra de ingeniería que fue pionera en su día. Y en El Hierro los gestores de Gorona del Viento han logrado convertir la central en lugar para formación de alumnos en gestión de energías renovables.
Había, como siempre, alguna duda sobre posibles trabas al Salto de Chira: pues ya están resueltas las dudas. Por cierto, por una administración poco sospechosa de hacer la vista gorda con estos asuntos. No hay más que preguntar a empresarios y ayuntamientos para corroborarlo. Y respecto a lo del cambio, mayor o menor en el paisaje, por supuesto que hay proyectos que derivan en que la imagen no sea igual a la que había antes de su existencia. Pero que garantizan una mayor calidad de vida en esa existencia. Además, esos beneficios no son sólo económicos. Y de nuevo, un ejemplo: en Maspalomas hoy todos vemos el faro como un icono pero es incuestionable que cuando se construyó, alteró el paisaje. Eso sí, los navegantes llevan décadas agradeciendo que esté allí.
En una isla como Gran Canaria; en la que tradicionalmente parecía que el consenso sobre estos grandes proyectos de infraestructuras eran imposibles, se ha obrado el milagro y ha existido acuerdo. En ese consenso está prácticamente todo el arco político, los ayuntamientos, empresarios y sindicatos, organizaciones sociales y también el mundo académico universitario. ¿Hay voces en contra? Por supuesto: está en su derecho. Quizás: les ha sobrado, eso sí, vehemencia y sobre todo creerse capacitados para repartir certificados de conducta. Por cierto, no olvidemos que en esas voces estuvo Ana Oramas, quién sabe si por un repentino brote de pretendido ecologismo o porque veía que Tenerife no podía tomar la delantera en materia de apuesta por las renovables.
