Borrar
EFE

Reconstruir las vidas

Ultramar ·

En las casas engullidas por el volcán se creció, lloró, rio, amó, soñó... La vida

Sábado, 2 de octubre 2021, 09:01

Comenta

Ahora que parece que la pandemia entra en su recta final, ojalá sea así; cuando se desactivan muchas de las restricciones impuestas en el último año y medio y aspiramos a que la acuñada nueva normalidad se asemeje todo lo posible a la de siempre toca recuperar mucho de lo perdido: los deseados abrazos, besos, pero también hábitos y derechos.

Si algo no va a ser igual que sea para mejor y ahí, por supuesto, entran los derechos, que ninguno fue regalado, al contrario, todos fueron conquistados y son de todos; de ahí, que más que nunca, haya que estar muy alertas ante los peligros de involución que acechan. No podemos olvidar la dura travesía, al contrario ella ha de servirnos como reafirmación en la grandeza de la vida compartida. Por la memoria de los que cayeron, en honor a ellos, lo perdido hay que recuperarlo e, incluso, engrandecerlo: la sanidad y escuela públicas, el valor y respeto a la ciencia, la importancia de los esenciales, la dignidad de todos y por encima de todos la de los mayores, la solidaridad...

Pero hete aquí, que sin siquiera acabar la pandemia estalla el volcán. Demasiados embates para tan poco tiempo. Toca seguir aprendiendo. Y, aunque la lava se encargue de hacer imposible la recuperación de lo mucho sepultado, la primera lección es que lo aprendido a cuenta de la covid vale para el tiempo presente, este en el que contemplamos aterrados como La Palma se desangra. Respeto, ciencia, dignidad, solidaridad...

La comunidad más asolada social y económicamente por el virus, que ha acentuado aún más los desequilibrios, padece un nuevo revés que acentúa su asfixia y la condena a una mayor incertidumbre.

La buena sicología señala que se vive más sanamente con el menor número de apegos materiales posibles. A día de hoy una lectura simple podría decir que en La Palma solo se han perdido bienes materiales, pero la triste y dramática realidad es que las casas perdidas, el paisaje desaparecido, no son solo el lugar donde guardabas tus cosas, son también, como decía estos días una damnificada, el sitio donde lloraste y reíste, donde creciste y viste crecer, donde te refugiaste de un enfado o de un dolor, donde amaste y te amaron, donde soñaste. Tu casa y tu entorno son tu vida. Y saber que ya no podrás regresar, porque la lava se lo ha tragado, es un drama incalificable. Por eso, para esa gente nuestra, no solo que vuelvan los besos, los abrazos, los apoyos materiales, sino que no falten nunca, porque toca reconstruir las vidas.

Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

canarias7 Reconstruir las vidas

Reconstruir las vidas