De presuntuosos a tontos
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A Nabilla Vergara, famosa en Francia por varios 'realities' y por tener muchos seguidores en Instagram, le han amargado la boda. El ladrón aprovechó la celebración para llevarse de su hotel joyas por valor de 150.000 euros. No se crean que el caco pasó horas vigilando sus costumbres o se infiltró disfrazado de botones para analizar las entradas y salidas. Simplemente abrió las redes sociales. Los posts publicados por Vergara le dieron toda la información. No es un fenómeno nuevo. A Kim Kardashian le pasó casi lo mismo en 2016 tras presumir de diamantes en las redes. Varios futbolistas han sido víctimas de amigos de lo ajeno que iban a tiro hecho tras ver lo que tenían y dónde lo tenían en sus publicaciones en la web. A ver, una de las precauciones más básicas de compartir tu vida privada en las redes sociales es no hacerlo. Y si no puedes evitar ese irrefrenable y absurdo deseo de medir tu popularidad por los 'me gusta' de unos desconocidos, al menos no enseñes hasta dónde escondes la llave de repuesto. Incluso puedes dar el código de la alarma. Si es que, de presuntuosos que queremos ser, somos tontos.
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