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Porquería bajo el 'sofagate'

Frecuencia Modulada ·

«Michel hizo lo que hacen aún los hombres 'de verdad'. Vio una poltrona y se tiró en plancha»

Rebeca Chacón

Las Palmas de Gran Canaria

Lunes, 19 de abril 2021, 12:05

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La suciedad sigue ahí por mucho que se esconda bajo la alfombra. La porquería es cabezona y más pronto que tarde acaba saliendo de su escondite. Vuelve desde que siente lejos a depredadores menos persistentes como la escoba y la fregona. Sin miedo a pringarlo todo . Día tras día una parte de la sociedad intenta limpiar el machismo, pero basta cualquier acto social para demostrar que todavía hay que gastar mucho Mr Proper -ahora Don Limpio- sobre algunos y algunas. ¿Fue precisamente el fallo de Ursula von der Layen no acudir a la cita con Erdogan con un buen balde de lejía? Rotundamente no. El problema es que su supuesto compañero europeo, Charles Michel, jamás ha cogido un trapo y ni se le pasa por la cabeza que su obligación sea hacerlo. La limpieza, pese a su disculpa tardía y a regañadientes, nunca ha estado en sus funciones privadas o públicas.

Michel hizo lo que hacen los hombres 'de verdad'. Vio un sillón y se tiró en plancha, sin pensar si le correspondía por rango, si su jefa se quedaba de pie, o si al mueble le faltaba una pata. Y una vez con sus posaderas bien cómodas, el mal llamado micromachismo -nada es pequeño cuando tiene enormes efectos en toda la sociedad- le impidió ver más allá. Ni se enteró demasiado de lo que había pasado hasta que la imagen de von der Layen horrorizada salió en todos los telediarios.

Porque si es grave que políticos occidentales continúen actuando como machitos de corral, también es especialmente sangrante que sigan 'sin darse cuenta' de lo que hacen. Un consejero echa en cara a una diputada su desconocimiento de un asunto y ni se plantea que jamás adoptaría ese discurso trasnochado con un señor parlamentario. Solo cuando alguien denuncia esa basura desigual que aún se oculta en la trastienda del poder caen en la cuenta de su actitud ante las mujeres. «No quise decir eso», «no fue mi intención», «hubo un error de protocolo»...y los que están obligados a dar ejemplo persisten en defender lo indefendible.

Quizás por eso, porque no se enteran de que la limpieza es cosa de todos, resulta especialmente importante que cada mota de polvo que caiga sea denunciada con dureza. La titular de la Comisión Europea acabó sentándose en el sillón y dejando a su compañero hombre en el butacón que lo ponía a la altura del presidente turco. Tragó por no parecer una «histérica», otro de los calificativos que tanto les gusta colgar a algunos desde que una mujer los rocía con Pronto. Y visto lo visto, muchos desinfectantes habrá que gastar.

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