Poetas y ‘gamers’
Y mi alma, tiende sobre el mar dorado una esperanza de mejores tiempos, en ese instante en que las cosas todas por demasiado ciertas nos engañan... Un verso de Alonso Quesada, una verdad antigua para una Canarias distinta, colonial, en su caso bajo el embriagante perfume de la comunidad británica que a su paso por la isla nos legó un lenguaje travestido y marcas de whisky y chocolate que no se encontraban en otro lugar de España.
La nostalgia de unos tiempos sobre los que uno no posó una huella, en los que los conflictos y las realidades insulares, quizá, no estuvieran más lejos que en el presente, pero en el que pese a la división de clases, y las fronteras inabarcables entre el desarrollo y lo rural, probablemente imaginaban una Canarias mejor, más rica, más diversa.
Esta semana, pese a que la calima se ha empeñado en negar la mayor, el Gobierno de Canarias enseña al mundo esa visión de las islas a las que nunca llega el inverno. Donde el sol y la playa han tejido un monocultivo productivo que, como se pudo comprobar otra vez en la nueva EPA, nos deja serias dudas sobre la continuidad de un mercado laboral pobre en recursos.
Esa es la Canarias de Coalición, la que ahora se arropa con el rebajado insularismo de Bravo de Laguna y la populosa Nardy Barrios. La que no solo vende al extranjero sol y playa. También salarios baratos.
Casi que prefiero vivir en aquella nube de poetas soñadores. Cerca de Quesada, Tomás Morales y Saulo Torón, patrimonio cultural de la isla, aunque ahora el ejecutivo de Clavijo prefiera estar cerca de gamers y estrellas de los eSports.
Una Canarias que entre sus versos dejaba filtrarse el amor por el muelle de Las Nieves, por ese Agaete, que esta nueva Canarias quiere sobredimensionar.