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Arcadio Suárez
Turismo y modelo de sociedad
Tribuna libre

Turismo y modelo de sociedad

Paulino Rivero

Expresidente del Gobierno de Canarias

Sábado, 24 de agosto 2024, 23:23

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Agosto enfila su recta final. Como suele ser habitual, llegado este momento, el ambiente festivo y turístico inunda todas las Islas. Cada año son más los canarios que deciden disfrutar de sus días de descanso veraniego dentro del Archipiélago. Y es que la oferta que ofrecen nuestras ocho islas resulta inigualable. La diversidad de cada una las hace muy atractivas para la gente de la tierra y quienes nos visitan.

Por fortuna, estos últimos van descubriendo las virtudes del verano canario, además de las propias de la temporada invernal -de noviembre a abril, aproximadamente-, gracias a la bondad de nuestro clima, que la hacen inigualable para el visitante europeo, cuya única alternativa está en el Caribe. De ahí que, sin temor a equivocarnos, podamos concluir que la marca que representa Canarias en el turismo de invierno está reconocida y afianzada en todo el mundo.

Sin embargo, las condiciones climáticas del Archipiélago en los meses estivales no son tan conocidas fuera del continente. A simple vista, se tiende a pensar que el verano en Canarias resulta similar al de las regiones mediterráneas, incluso en Baleares o el levante español. Con la excepción de los episodios de calimas con raíz africana, la oferta climatológica isleña es mucho menos calurosa, agobiante y extrema. Digamos que la oferta veraniega de la marca Canarias dispone todavía de un amplio margen de crecimiento.

Sí nos atenemos a los datos estadísticos de ocupación turística o, simplemente, a la observación visual en sus núcleos más representativos, en sus paseos, plazas, bares, restaurantes, comercios o centros de ocio, no parece necesario efectuar grandes esfuerzos promocionales sobre las bondades veraniegas de las Islas. Todo parece marchar sobre ruedas. La pandemia nos dejó una nueva cultura en el gasto familiar, de la que los sectores vinculados al ocio, los viajes y el turismo son los grandes beneficiados.

Pero surge la pregunta de si esta nueva cultura postpandemia, basada en vivir al día o, incluso, comprometiendo de antemano el futuro, imperará por largo tiempo o tiene fecha de caducidad, volviendo a vernos obligados a la moderación, la mesura y el equilibrio en el gasto.

La realidad es que los tiempos del gasto expansivo y el desequilibrio presupuestario en la economía familiar, pública o privada suelen verse sucedidos por periodos de ajuste y saneamiento. Conviene estar preparados para ello. Y si, efectivamente, acaba siendo así, volverá a ser necesario recurrir al turismo como motor de la economía y el empleo en las Islas. Será entonces el momento de reforzar, mediante la promoción, esos factores diferenciadores que distinguen a Canarias también en verano.

La satisfacción generalizada sobre el momento económico que vive nuestra economía, arrastrada por el tirón del turismo, coincide sin embargo con la identificación común de un grave problema para un sector dependiente de la calidad de los servicios: la escasez de mano de obra. Las empresas no encuentran trabajadores para hoteles, apartamentos, bares, restaurantes o comercios, igual que para la construcción.

¿Bajos salarios? ¿Precariedad en el empleo? ¿Carencia de viviendas para los trabajadores? ¿Percepción de que las ayudas públicas desmotivan a los parados a buscar empleo? Sea cual sea la razón, resulta necesario que autoridades, empresarios y sindicatos reflexionen sobre esta realidad.

Porque, junto a la calidad del sistema económico, nos estamos jugando algo más importante, como es el modelo de sociedad que queremos para las nuevas generaciones: Una sociedad trabajadora, con ilusión y retos, dinámica y afán de superación o, por el contrario, una sociedad domesticada y subsidiada, más propia de ciertos modelos latinoamericanos que de la cultura europea que compartimos.

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