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¿Canarismo? ¿patriotismo? ¿nacionalismo? ¿instinto de supervivencia? o, simplemente, ¿lealtad, fidelidad y compromiso con nuestra tierra y su gente? Cada uno que escoja el espacio en el que se encuentre más cómodo, pero, por encima de todo, Canarias.
A lo largo de nuestra historia, la ... geografía y la política han castigado injustamente a nuestras Islas y a quienes aquí vivimos.
La geografía nos situó alejados del continente europeo y haciendo frontera con África. Durante siglos, la distancia, la fragmentación del territorio y la escasez de materias primas condicionaron el desarrollo de nuestras Islas.
La irrelevante influencia política, unida al escasísimo peso económico y social con el que transitamos gran parte de lahistoria, nos condenó a jugar el papel de colonia en el Atlántico.
Para la Metrópoli, siempre fuimos una tierra llena de belleza y exotismo, muy en la línea de las posesiones coloniales que España poseía en América, pero igual de abandonados.
Afortunadamente, la llegada de la aviación comercial sirvió para que nuestras extraordinarias condiciones climáticas y paisajísticas sirvieran de base para el desarrollo de un sector como el que representa el turismo, que ha marcado un antes y un después en el desarrollo social y económico de Canarias.
La herramienta para que nos entiendan y atiendan es la política. Necesitamos una gran fuerza política, no dependiente de Madrid, que anteponga la defensa de los intereses diferenciados que tienen las Islas y de la gente que vive aquí.
No es fácil. Todo lo contrario: es bastante complejo. Pero Canarias lo necesita.
Desde mitad de los años 90, la matemática parlamentaria colocó al grupo isleño que representaba Coalición Canaria en una situación óptima para influenciar en la política española. Objetivamente, con sus grupos parlamentarios propios, tanto en el Congreso como en el Senado, el Archipiélago gozó de la influencia en la política estatal que jamás había dispuesto.
Además, con una base de solidaridad interterritorial con otros pueblos del Estado, el nacionalismo canario no genera el rechazo que provocan los partidos territoriales de Cataluña o Euskadi. Canarias necesita influencia política en Madrid para que España adapte sus políticas legislativas y económicas a nuestras necesidades diferenciadas.
Los nacionalismos -soberanismos en los casos catalán y vasco- persiguen unos privilegios que acrecientan, cada día más, las diferencias económicas y competenciales en el conjunto del Estado.
El momento político vivido en España exige que alguien lidere en el Archipiélago una gran plataforma cívico-política, impulsora de un acuerdo extraordinario para ampliar la presencia política de Canarias en Madrid.
Sin embargo, cuando más lo necesitamos, crece la sensación de que nos debilitamos. De contar con cinco o seis diputados de obediencia canaria, seguro que ni el PP ni el PSOE seguirían viéndonos tan lejanos como dóciles. Padecemos una sensación de impotencia que hay que voltear, mediante un compromiso para la unidad de acción en la defensa de los intereses de quienes aquí vivimos.
El primer paso al frente deben darlo los partidos de ámbito canario. Coalición Canaria, Nueva Canarias y PNC tienen mucho que decir. El primer ejemplo de unidad debe partir de las fuerzas que priorizan en su ideario la defensa de lo propio.
Los partidos canarios deben ejemplificar con generosidad la resolución de los conflictos internos -normales en política-, para, a partir de ahí, invitar a la sociedad a participar de esa mayoría social que Canarias necesita para combatir la deriva a la que nos lleva el Estado español.
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