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Hubo una vez un partido

DEL DIRECTOR ·

De pifia en pifia hasta la pira final, que es en lo que parece que estamos

Sábado, 13 de marzo 2021, 06:59

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Cuando Pablo Iglesias regrese a dar clases a la universidad, puede que dedique un par de sesiones a analizar el fenómeno de Ciudadanos, un partido que pudo serlo casi todo y va camino de desaparecer por completo.

Hubo un tiempo en que Ciudadanos parecía un partido audaz, que venía a renovar la política, a pasar la página del bipartidismo y a recuperar parte de lo mejor que dejó la Unión de Centro Democrático de Adolfo Suárez y compañía. Muchos fueron los que vieron algunas similitudes entre aquel político criado en el franquismo y que fue clave en la Transición y el Albert Rivera de sus inicios, que en Cataluña plantó cara al soberanismo antes incluso de que este movimiento político se tirase al monte del independentismo.

Cuenta la leyenda que el crecimiento de Ciudadanos no se puede entender sin dos elementos determinantes: la sucesión de errores del Partido Popular y la decidida apuesta de importantes empresas del Ibex por contar con un partido que de verdad jugase a ser bisagra y que llevase a los populares por el camino de la humildad. Sobre lo primero, nada que discutir: el PP de Mariano Rajoy tenía unos comportamientos orgánicos que demostraban su falta de cintura ante los nuevos tiempos, de manera que no sabía pasar página de la corrupción, o más bien no podía porque había sido partícipe o la había consentido. Sobre lo del patrocinio del Ibex, tampoco haya casi nada que discutir. Del Ciudadanos contra el independentismo pasamos al Ciudadanos que encarnaba el discurso liberal, incluso ultraliberal. Y que seguía creciendo porque el movimiento independentista catalán le daba alas, como también el empecinamiento del PP en meter la pata.

El problema de Ciudadanos es que empezó a creerse los muchos piropos que le decían, sobre todo desde el empresariado y la prensa madrileña, y así pasó lo pasó: echó un pulso al socialismo y creyó que podía dar el 'sorpasso' electoral. Perdío el oremus, el norte y el sentido de la realidad y empezaron los errores. Incluyamos en la lista la huida de Inés Arrimadas de Cataluña, pues ganó las elecciones y luego hizo las maletas.

Lo demás lo hemos visto en un año y medio en que el partido ha ido de pifia en pifia hasta la pira final, que es en lo que parece que estamos. Lo de Murcia, por muy tránsfugas y muy (supuestamente) comprados que pueda ser tres diputados de Cs, es la prueba del algodón de que el partido entra en fase de liquidación. Inés Arrimadas puede apagar la luz y con ella también Marín, Cantó, Villacís...

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