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La paradoja de Soria

La paradoja de Soria

Primera plana ·

Pocas trayectorias públicas como la de Soria han concentrado tanto poder político en Canarias

Sábado, 16 de enero 2021, 06:59

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Hn tenido que pasar años para que José Manuel Soria reconociera que «hubo manipulación». O, lo que es lo mismo, para aclarar ante la opinión pública lo que no se atrevió a decir ni a batallar como ministro. Fue en diciembre en la Audiencia Nacional, en calidad de testigo y a cuenta de una investigación penal abierta contra Iberdrola, en unas declaraciones ante la Fiscalía. Y lo hizo con una pretensión impostada de aroma de imparcialidad, con una capa de supuesto heroísmo justiciero propio de un Robin Hood volcado con los pobres cuando, en realidad, Soria no amparó causa al respecto en su paso por el Ministerio. Es más, todavía se recuerda aquella Nochebuena en la que durante un rato se fue la luz en Tafira como protesta ante las medidas y el estilo del ministro. Los hogares de la zona se preparaban en familia para el encuentro entrañable cuando, de repente, y sin previo aviso, no hubo luz en un intervalo corto de tiempo pero con un mensaje claro a la vivienda de Soria. Los vecinos lo entendieron perfectamente, el recado se había dado. Fue el tema estrella en la sobremesa.

El mismo Soria que jaleaba los homenajes a la bandera como presidente del Cabildo de Gran Canaria, tras elevar la atalaya de la mesa presidencial en el pleno, no tuvo el intento como titular de la cartera de Industria, Energía y Turismo de pugnar contra los presuntos atropellos cuando ahora, transcurrido varios años, lo dice en sede judicial. Ese patriotismo de la megaenseña instalada en 2006 en la Fuente Luminosa no tuvo réplica alguna cuando, ya en Madrid, su rol político quedó domesticado y sucumbió frente a las eléctricas. Es más fácil lanzar arengas patrioteras, si además corren a cargo del erario público los metros y más metros de mástil y estandarte, que controlar el precio de la luz. Porque entonces concurría otra gran crisis que asoló a las clases medias y trabajadoras. Pero Soria tenía a mano el argumentario 'prêt-à-porter' de economista neoliberal de la Escuela de Chicago. Se acogió al libre mercado de Milton Friedman y, sin embargo, solo por interpelación de la Fiscalía reconoce en la actualidad lo que seguramente nunca hubiera hecho de poderlo evitarlo. Pudo dar la batalla, era el PP de la mayoría absoluta, pero directamente no quiso.

Pocas trayectorias públicas como la de Soria han concentrado tanto poder político en Canarias. Fue el Matías Vega Guerra de la democracia. No obstante, todo lo que acumuló, sus amplias mayorías en las instituciones, fueron degradándose imparablemente a juicio de la sociedad. Los papeles de Panamá lo retrataron, precipitaron su caída. Mariano Rajoy se sintió defraudado y en su libro de memorias lo margina, pertenece al olvido expreso del dirigente gallego. El Soria de los paraísos fiscales tuvo que dimitir para no ser cesado y dejó un PP en el archipiélago totalmente diezmado que aún no se ha recuperado. No hizo equipos. No permitió empoderar a sus correligionarios que destacaban. Era un jefe, no un líder. Y encima tiene el descaro de apuntar nobles causas en vía judicial cuando precisamente nunca tuvo el valor y la bizarría necesaria de combatirlas como ministro. La misma desconfianza, lagunas y recelos que, a buen seguro, motivaron que se aprovechara de los paraísos fiscales. Todo rima, también sus contradicciones.

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