Las Palmas de Gran Canaria y El Pino
Tribuna libre ·
En la trianera parroquia de San Francisco, se conserva para el culto desde finales del siglo XVII un cuadro, donado por testamento de Ana Sánchez de Orellana, donde se puede ver a la patrona de Gran CanariaGran Canaria, cada comienzo de septiembre, es un inmenso fanal encendido de devociones a su Patrona, que brilla con especial intensidad sobre toda la isla, sobre las aguas del Atlántico circundante, sobre la memoria y los sentires de grancanariedad. Por ello, en esos días en los que la mar brava convoca con su canto, con sus «mareas del Pino», en que la luz se hace especialmente intensa y cuando, como señaló el escritor grancanario José Rodríguez Batllori, en su Pregón del Pino del Hogar Canario de Sevilla en 1962, «...el deseo de volver, Señora, a tus plantas, es irrefrenable, incontenible...», volver a un hogar que «...es amplio y no lo separa el mar ni la distancia, sino que lo aúna...», los grancanarios, a través de los tiempos, buscaron la manera de tener muy presente en su vida cotidiana la presencia, la imagen, el sentimiento de su Patrona, de su Virgen del Pino que, desde su Villa de Teror, los contempla y protege bajo su manto.
En ese ser y sentir del Pino, y junto a Teror, Las Palmas de Gran Canaria ha tenido un papel fundamental, que lo mantiene en la actualidad. No se entendió nunca, ni se entenderá hoy en todo su hondo significado, la Festividad de El Pino sin la presencia y el lugar principal que 'la ciudad' tuvo siempre en todo lo relacionado con ella y con la Patrona. Mucha parte de su historia se fraguó en los ámbitos capitalinos, y Teror siempre se sintió, y se percibió, como capital insular en los días del Pino y en los de las Bajadas; así como su Iglesia, su Basílica, se percibía cual Catedral de Canarias, con su Cabildo eclesiástico presente, en esas festividades. Recuerdo como Vicente Hernández Jiménez, que fuera Cronista Oficial de Teror, señalaba como «...la devoción de los grancanarios a su Virgen del Pino está fundamentada en el sentimiento, no en la memoria del tradicional origen de la imagen (...) porque no es el origen, sino la experiencia de cerca de cinco siglos de continuada veneración, lo que ha enraizado en el alma popular»; y ese paraíso, ese Thule de fervor insular, se conformó y se moldeó para el imaginario isleño, en gran parte y medida, en el entorno de aquella capital que recibía alborozada cada Bajada de Ntra. Sra. del Pino y también ella se sentía Villa mariana, se sentía Teror por esos días. Por ello Las Palmas de Gran Canaria debe perpetuar cada año, junto a Teror, el papel y el puesto principal y relevante que la historia y las tradiciones del Pino y la historia insular le confieren, tanto en la Romería y en los actos del 8 de septiembre, como en la Bajadas que pudieran darse.
En Las Palmas de Gran canaria hay un rastro amplio, y no sólo documental, de Ntra. Sra. del Pino, conformado siglo tras siglo. En la capilla de San Fernando de la Catedral de Canarias se encuentra junto al altar, desde el año 1775, un magnífico y venerado cuadro de Ntra. Sra. del Pino, atribuido al gran pintor lagunero José Rodríguez de la Oliva, que entonces fue donado por el Maestrescuela Fernando Monteverde, con el que, el primer y principal templo de la Diócesis, da presencia permanente a la Patrona diocesana. Un lugar que, en estos días septembrinos, puede ser el primer paso hacia Teror, sin olvidar una mirada al cimborrio catedralicio y contemplar el magnífico vitral con la imagen de la Virgen colocado en 1920.
Ya en el Puerto de La Luz se deja constancia de la devoción por la patrona grancanariaEn Las Palmas de Gran canaria hay un rastro amplio, y no solo documental, de Ntra. Sra. del Pino
Cruzando el barranco, en la trianera parroquia de San Francisco, se conserva para el culto desde finales del siglo XVII un cuadro, donado por testamento de Ana Sánchez de Orellana, donde se puede ver a la Patrona de Gran Canaria con un atuendo ya recogido en el inventario del año 1558, y que representa a la Virgen con «...mantillina de tafetán y gorguera y cofia de hilo de oro...». Un poco más allá, en el oratorio de San Antonio, de los Padres Franciscanos de la calle Perdomo, «...destaca en uno de los vanos oculares la Virgen del Pino...». Luego esa senda capitalina del Pino puede dirigirse entonces a los antiguos arenales de Santa Catalina, donde las gentes de Teror, junto a su párroco y con el estandarte de la Virgen del Pino, se situaron junio de 1599 para defender la isla del ataque e invasión perpetrada por el almirante holandés Pieter Van der Does, y donde se levanta la iglesia de Ntra. Sra. del Pino, construida por disposición testamentaria del gran benefactor de la ciudad Luis Antúnez Monzón (1845-1915), con planos del arquitecto Fernando Navarro, y que fue bendecida por el Obispo Marquina en 1921. Sería el Obispo Pildaín Zapiaín quién elevaría este templo al rango de Parroquia en 1939, celebrándose desde entonces siempre con gran solemnidad la Festividad de su titular y Patrona.
Mis pasos en estos días primeros de septiembre también gustan de encaminarse al municipio de Agüimes, concretamente a la Playa de Arinaga que acoge unas Fiestas en honor de Ntra. Sra. del Pino que son de una enorme tradición, a las que también acuden muchos devotos grancanarios de otras localidades, y donde resalta cada 8 de septiembre la comitiva de peregrinos desde el Cruce de Arinaga a la misma playa, a la explanada exterior del templo dedicado a la Patrona de Gran Canaria. Pero en la iglesia Parroquial de Agüimes, en el corazón del casco histórico de la Villa Episcopal, también encontramos otra presencia importante de la Virgen en un antiguo óleo que enfatiza al infante, enfocado algo de lado, lo que le otorga un gracejo muy particular. Y si nos dirigimos al norte grancanario, encontraremos en el templo de Santiago de los Caballeros en Gáldar otro cuadro de especial interés, atribuido a Cristóbal Afonso (1742-1797) y datado en 1793. Se trata de una representación de cuerpo entero de la Virgen del Pino, enmarcada con un sol procesional y que tiene a sus pies los retratos del capitán don Esteban Ruiz de Quesada y de su tercera esposa doña Catalina Victoria.
Ya en el Puerto de La Luz se deja constancia de la devoción por la Patrona grancanaria, en el señero templo y Parroquia de La luz en La Isleta, que posee una hermosa imagen de la Virgen del Pino, en madera policromada, obra de Agustín Navarro Beltrá del año 1922. Y, por Tafira Baja, en la Residencia de Ancianos de Ntra. Sra. del Pino, existe una escultura en piedra de la Virgen obra de José A. Giraldo. El rastro de El Pino también aparece con la imagen de la Virgen plasmada en estampas y grabados que pasaban de mano en mano, de generación en generación, algunos de enorme valor como los grabados oficiales realizados, en el ámbito de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, por la Academia de Dibujo. Se destacan dos obras del grabador real Manuel Salvador, una en poder del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, en la que aparece una inscripción en la que se dice que se trata del «Verdadero Retrato de María SSMA. del Pino en el que se apareció en el lugar de Teror de la Ysla de Gran Canaria», y la otra bajo custodia de la Casa de Colón. Y este peregrinar tras la devoción y el rastro del Pino por la geografía urbana capitalina podría culminar donde se inician cada año miles de pasos romeros caminito de Teror, la Plaza de Ntra. Sra. del Pino al pie mismo del antiguo Castillo de Mata, donde existió (y deberá reponerse algún día) una magnífica cerámica con la imagen de cuerpo entero de la Virgen, realizada en el año 1990 en la trianera y prestigiosa firma «Cerámicas Montalván» de Sevilla. Y como cantaría Néstor con un hondo suspiro, en este emplazamiento tan vinculado a la Patrona, diría «P'a dondi'andas, carita de rosa (...) qu'ia venido a buscarte p'al Pino...»
Así vemos como, en este año tan singular y diferente, donde será distinto todo, pero la festividad no dejará de celebrarse en el ser y sentir, en el corazón de los grancanarios, Las Palmas de Gran Canaria ofrece un amplio, variado y hermoso rastro de Ntra. Sra. del Pino para ofrendar devociones, sentimientos y esperanzas, sintiéndose que de alguna manera estamos en la Villa Mariana; que Las Palmas de Gran canaria y Teror en el Pino siempre han ido, y siempre irán, a una y como una.