La Palma, año uno
Del director ·
Maroto se equivocó en el momento y en las formas pero tenía razónTal día como hoy pero hace un año, la hora de la comida, o de la siesta para los que almuerzan temprano, se vio interrumpida por un rugido y una explosión. Así comenzó la erupción del volcán en Cumbre Vieja, en La Palma, un fenómeno que se encargó de recordarnos lo que somos: territorio volcánico.
Esa primera lección hay que tenerla muy presente pues se nos olvida con facilidad. La historia de las islas se ha escrito a golpe de erupciones desde el principio de los tiempos. Y seguirá siendo así mientras, desde el punto de vista geológico, las islas sean un territorio joven expuesto a los movimientos del magma en su subsuelo. No se trata de echar culpas a nadie, pero cuando hablamos de la destrucción provocada por la lava, conviene preguntarse en qué medida se podría haber reducido ese daño si hace tiempo se hubiesen tomado algo más en serio las advertencias científicas. Como también hace tiempo debió haberse metido en cintura a quienes, desde la ciencia, se preocuparon más por mirarse el ombligo que por coordinarse.
El delegado del Gobierno en Canarias, Anselmo Pestana, lo destacó en la entrevista publicada ayer en este periódico: en la gestión de la crisis hubo una comunión de ciencia e instituciones casi sin precedentes que ayudó, por ejemplo, a que un volcán tan dañino no se llevase vidas por delante (salvo un triste episodio en una cuadrilla de limpieza). Pero también el delegado mostraba su desazón por la sospecha de que esa colaboración se estaba yendo al garete por culpa de la proximidad de las elecciones de mayo de 2023. Si sus previsiones se cumplen, habrá que concluir que estamos ante lo peor que le puede ocurrir a los palmeros tras lo sufrido, pues la guerra partidaria no agilizará soluciones; al contrario, las demorará.
Un año después, en La Palma toca exigir que se atienda a quienes todavía lo precisan. Pero en paralelo toca que la isla asuma que tiene que hacer de la necesidad una virtud. La ministra de Turismo, Reyes Maroto, se equivocó en el momento y en las formas cuando apuntó que el volcán sería un atractivo turístico. Pero ahora es incuestionable que tenia razón: todo turista que llega a la isla quiere ir a la zona afectada y eso debe derivar en rutas, un centro de interpretación, incluso 'merchandising'… No hay que ruborizarse por ello: lo que se debe hacer es planificar un desarrollo ordenado y que los beneficios redunden, en primera instancia, en quienes sufrieron los estragos. Y si La Palma no lo hace, vendrán otros de fuera que lo harán. Al tiempo.