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Pintada en un lateral de la Catedral de Santa Ana. C7
Las palabras importan

Las palabras importan

Las venas abiertas ·

«Gente que insiste en afirmar que vivimos en una dictadura con una libertad que en una verdadera dictadura sería imposible»

Martes, 15 de diciembre 2020, 06:41

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Hay un poema de Pedro Flores en el que dice que a una isla desierta se llevaría un submarino para torpedear los barcos rescatadores. Empatizo con eso. Tal vez sea un reflejo de mi infancia de hijo único, aquel tiempo feliz y despreocupado en el que si algo no me gustaba me encerraba en mi dormitorio, tan privado como un atolón dormido en el Pacífico, y me refugiaba en esa colección de Don Balón que hoy mi madre sueña con tirar a la basura y a la que defiendo como el cordón umbilical de aquellos años irrepetibles.

Fueron los días en los que aprendí que las palabras importan y lo que estas influyen. No sé precisar cuántos años tenía cuando hice un trabajo para el colegio, en una entonces moderna Olivetti eléctrica, sobre Luis Roldán que a mi padre le hizo mucha gracia porque califiqué de 'trapicheos' la carrera delictiva del entonces director general de la Guardia Civil. Decidí entonces que había que mimar cada palabra a la hora de utilizarlas.

Hoy me dan ganas de volver al dormitorio de mi infancia o de perderme en la isla de Pedro Flores cuando veo el uso retorcido de las palabras. Gente que insiste en afirmar que vivimos en una dictadura con una libertad que en una verdadera dictadura sería imposible. O aquellos que llamaban okupa a Sánchez por llegar al Gobierno a través de un mecanismo tan democrático como una moción de censura, una de esas que en esta legislatura presentó en falso la extrema derecha.

Lo peor es que nadie se para a calibrar la responsabilidad de la influencia de sus discursos, que no siempre tendrán por respuesta la sonrisa irónica de un padre, y que llegan, como hemos comprobado, a estimular a los nostálgicos del franquismo o activa a racistas irracionales. Se ha perdido responsabilidad en el debate público, ese que acepta que un rey delinque porque «no es igual que ustedes».

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