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Ramón Tamames (d) esta semana, durante la moción de censura a Pedro Sánchez. EFE
Viejos, y no de edad
...y los gatos tocan el piano

Viejos, y no de edad

Luisa del Rosario

Sábado, 25 de marzo 2023, 23:17

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En español existen dos ideas relativas a la vejez que se pueden expresar con la misma familia de palabras, lo cual lleva a una cierta confusión. Decimos que una persona es vieja cuando constatamos que tiene muchos años a sus espaldas y, con ello, queremos decir, simplemente, que ya no es joven, que es probable que haya perdido algo de audición y visión, vea mermada su movilidad y, muy especialmente, tenga afectadas algunas facultades cognitivas. Es lógico que estas personas, hasta cierto punto, echen de menos sus años de juventud.

No obstante, podemos usar la misma palabra para referirnos a una persona que si bien no tiene muchos años a sus espaldas y sus facultades cognitivas permanecen intactas, no es capaz de entender el momento en el que vive y echa de menos una juventud imaginaria, un tiempo que no ha vivido. Se trata de esas personas que, continuamente, critican el mundo actual porque no se ajusta a los principios de Séneca, Demóstenes o Platón.

Los dos casos se han mostrado de forma muy evidente esta semana durante el debate de la moción de censura protagonizado por Ramón Tamames, en el cual convergen la idea de lo viejo y lo antiguo. Tamames es viejo porque acumula muchos años, teniendo en cuenta que la edad media se sitúa en torno a los cuarenta o cincuenta años. A este respecto, ya no es un crío: habla despacio, tiene importantes problemas de movilidad y le cuesta trabajo seguir un discurso largo, aunque pretenda hacer de esta necesidad, virtud, y se queje de que las personas más jóvenes hablan mucho.

Pero Tamames no es solo viejo de edad (89 años), lo cual no desmerece a nadie, sino que es, además, un antiguo, alguien que se ha quedado anclado en el tiempo y que no cae en la cuenta de que el Congreso actual tiene muy poco que ver con el de los años ochenta del pasado siglo. Así, levantó su voz contra el feminismo, contra el nacionalismo e, incluso, contra a forma de celebrarse los debates, esperando que el resto de sus señorías tuvieran a bien comportarse 'como Dios manda' El problema es que Dios ya no manda. Y, por suerte, Tamames tampoco.

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