De luces y estadios
Decía el otro día una conocida, tras intentar llegar a la bola de Navidad instalada en Las Canteras y no poder por la afluencia de ... coches y gentío, que, tal vez, la cosa lumínico-navideña se nos había ido un poco de las manos. Como ha dicho la alcaldesa de la capital grancanaria, Carolina Darias, en los medios de comunicación, esta Navidad supone ese recurrido «antes y después» con el que nuestros políticos cuentan los tiempos: antes de ellos era la nada.
El presupuesto de la decoración navideña no deja lugar a dudas. Dos millones de euros es lo que hemos dedicado a imitar a Vigo, una cantidad apañada para que la mitad de la población que llega a fin de mes pueda disfrutar de estas fiestas. La otra mitad también podrá, pero pasando antes por Cáritas.
También es un «antes y un después» que Gran Canaria, sea la sede de uno, dos o quizás tres partidos del Mundial de 2030, para el cual vamos a dedicar cincuenta veces más de dinero, más de 100 millones en lo que será tan solo la primera entrega. Porque vendrán muchísimas más.
Tendremos un estadio más grande que el equipo, cosa que no nos debe preocupar porque el coliseo de Siete Palmas tendrá menos que ver con el balompié que con la industria del espectáculo. Aquí se juega mucho más y es que, después del Mundial, vendrá la Taylor Swift de turno para seguir sumando antes y después a la larga historia de esta ciudad. Basta con seguir la pista del Bernabeu, reconvertido en una sala de fiestas, como el resto de la ciudad de Madrid. Porque Ayuso no es una persona, sino una forma se convertir ciudades en circos rusos.
De que Canarias esté a la cola en casi todo lo necesario y a la cabeza de todo lo superfluo gracias a esta clase política berlanguiana que nos ha tocado sufrir hablamos en otro momento, no vaya a ser que la parte «ilusionada» de la ciudadanía se sienta y le dé por pedir aún más luces y estadios para superar la ansiedad.
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