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La libertad no puede anteponerse a la igualdad, porque la desigualdad invalida la posibilidad de ser libre». La frase es de la socióloga Eva Illouz, que simplifica otra de Catherine MacKinnon que, a su vez, interpreta otra de Karl Marx. Pensando en la selección de fútbol la idea toma incluso más fuerza. En un país como España, con una «libertad» más que consolidada, el mejor equipo femenino del mundo ha tenido que pasar un calvario para que se las trate con dignidad.
Estas extraordinarias jugadoras representan muy bien la lucha de las mujeres por alcanzar la igualdad en una sociedad libre, como la occidental. Una lucha muchas veces denostada en nombre, precisamente, de esa libertad. Una lucha que ha avanzado gracias a la sororidad de otras mujeres y a la que los hombres, solo ahora, parecen entender que deben sumarse para lograr una sociedad mejor.
Europa, decía ayer el diario El País en un intento de parar a los demonios, está tranquila porque cree que no hay visos de inestabilidad política en España y se congratula de que la ciudadanía ha parado el auge de la ultraderecha.
Según distintos análisis de los resultados electorales, en realidad han sido las mujeres las que han «parado» a la ultraderecha, porque ellos, mayoritariamente, son conservadores o ultraconservadores.
Si volvemos ahora a la frase de Eva Illouz nos podemos acercar aún más a su verdadero significado: cuando la libertad está por encima de la igualdad, sólo son libres los que tienen el poder, es decir, 'ellos'.
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