Equilibristas
La política requiere de diplomacia, porque buena parte de su acción consiste en llegar a acuerdos mínimos con personas o grupos que no comparten ... las mismas ideas. La diplomacia sirve, muchas veces, para decir sin decir, y en eso la clase dirigente suele moverse con soltura.
Pero también, en política, es necesario hacer de equilibrista: mantener una cierta distancia —o un acercamiento calculado— según lo dicten los intereses que se defienden.
El presidente canario, Fernando Clavijo, parece tener en ese arte un doctorado 'cum laude'. Y se nota especialmente en el tema de los menores migrantes no acompañados. Son las comunidades autónomas gobernadas por el Partido Popular —su socio en el Ejecutivo regional— las que boicotean de forma sistemática cualquier intento de avance hacia un reparto solidario entre comunidades de estos niños, niñas y adolescentes. Sin embargo, Clavijo prefiere poner el foco en el Estado.
«Ni unos ni otros hacen nada por Canarias», dice continuamente el presidente, que metió este viernes al PSOE en el paquete. Pero si bien es cierto que el Gobierno central avanza a regañadientes hacia el cumplimiento del mandato judicial que le ha impuesto el Tribunal Supremo, al menos avanza. El PP, en cambio, no solo se ausenta del debate, sino que coloca todas las trabas posibles —mediáticas y judiciales— al tiempo que agita, como la ultraderecha, el miedo al diferente. Al que «no es de aquí», sea lo que sea que eso signifique.
El equilibrio de Clavijo puede ser virtuoso en términos de táctica política a corto plazo, pero difuminar las responsabilidades como estrategia para sostener un Gobierno que se autoboicotea no presta ningún servicio a la Comunidad canaria.
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