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La piqueta no borra la historia

Miércoles, 13 de junio 2018, 11:48

Andan enfrascados en una polémica en Santa Cruz de Tenerife a cuenta de la indisimulada tibieza del gobierno local con todo lo que en sus calles queda aún de exaltación a la mayor gloria de Franco, la Guerra Civil y la Dictadura. El abogado Eduardo Ranz les ha llevado a los tribunales de justicia por incumplir la Ley de Memoria Histórica al mantener simbología franquista con el conjunto escultórico del Monumento a la Victoria, de Juan de Ávalos, que se inauguró en 1966 y que se halla en un lugar muy destacado de la ciudad, en la confluencia de la Rambla de Santa Cruz con la Avenida Francisco La Roche. Y se quejaba con razón Ranz, según recogía en una información eldiario.es, de que el estudio encargado por el Ayuntamiento para defender el valor artístico de la obra es «papel mojado» en la medida en que ese dictamen obvia por qué fue erigido y a qué representa ese conjunto.

Es evidente que ese olvido huele a rancio y que es doblemente inadmisible porque si alguna razón justifica que siga en pie es justo la de ayudar a mantener viva la memoria del rechazo al régimen al que honra. Sobra decir que comparto el rechazo de Ranz a todo lo que esa escultura enaltece, a la pesada carga de odios, muerte, represión y vileza que bendijo esa construcción artística. Pero, dicho esto, confieso que me cuesta comulgar con esa apuesta hoy tan extendida de destruir todo lo que de malo nos ha dejado la historia. El pasado, el que nos enorgullece y el que no, deja huellas, y la piqueta, cuando tira, no borra la historia. Es más, puede que ese afán por tirar o eliminar solo contribuya a difuminar la necesaria memoria histórica que ha de tener la colectividad. ¿Para qué? Para no olvidar, o para no repetir.

Por eso, en lugar de destruirlo, ¿no sería mejor trasladarla a un museo donde se recuerde su simbología o el contexto en el que se erigió? Y de no poderse, dada la voluminosidad del conjunto, ¿por qué no dotarla de un centro de interpretación que la explique? Palacios, esculturas y pinturas de medio mundo enaltecen a sátrapas con corona. ¿Acaso tiene sentido quemarlas, o destruirlas? La historia es pasado y el pasado no puede eliminarse. Es más, debe estar muy presente cuando de lo que se trata es de mejorarlo.

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