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La presentación, el pasado 25 de noviembre, de un nuevo 'hospital universitario' en Las Palmas de Gran Canaria, el Vithas Las Palmas, en un evento solemne y acogedor en el salón del Colegio de Médicos de Las Palmas, no sólo conllevaba el mensaje de la ... importancia que la práctica médica cotidiana más actualizada y de enorme calidad, se aúne a la actividad docente e investigadora universitaria, ahora a través de la Facultad de salud de la Universidad del Atlántico Medio, como destacaron tanto la Rectora de este centro universitario que asienta su campus en Tafira Baja, la Dra. Ana María González Martín, como la Consejera de Sanidad del Gobierno de Canarias, Esther Monzón, sino que, a tenor del recuerdo que el Ceo de Vithas, el Dr. Pedro Rico, tuvo sobre los orígenes de este centro como Clínica Santa Catalina a partir de 1930, se rememoró de alguna forma la importancia que este topónimo, 'Santa Catalina', tuvo en el devenir de Las Palmas de Gran Canaria a través de los siglos. Y justo quiso el destino, pues nadie lo propuso expresamente, que esta emotiva presentación del nuevo 'hospital universitario' Vithas - UNAM se celebrara en el día de la festividad de la mismísima Santa Catalina de Alejandría.
La advocación de Santa Catalina de Alejandría la introdujeron en la isla las expediciones mallorquinas de comerciantes y misioneros entre los años 1360 y 1390, por tanto, más de 100 años antes de que se fundará el Real de Las Palmas, y en una época en la que muy probablemente todavía habitaban los antiguos canarios las Cuevas de La Isleta. Era el tiempo de las navegaciones de la Corona de Aragón a Canarias, la época en la que, un 7 de noviembre 1351, el Papa creó el Obispado de la fortuna, luego de 'Telde', con la Bula Caelestis rex regum, nombrando al fraile carmelita Bernardo Font como el primer obispo. Y es curioso que, tan relevante hecho, como fue la existencia de este primer obispado de las Islas Canarias, permaneciera casi desconocida, o desapercibida, para los historiadores, hasta mediados del siglo XX, cuando el erudito Antonio Rumeu de Armas, después de descubrir la existencia de las bulas papales, escribió y publicó el libro 'El Obispado de Telde'.
No es insólito, ni mucho menos, que Leonardo Torriani en el primer plano conocido de la capital grancanaria, datado en 1588, nominara ya una parte del litoral que se adentra en la mar como 'Punta de Santa Catalina', y tierra adentro, en medio de los arenales, en la zona que hoy se levanta el entorno de la avenida Mesa y López dibujara una pequeña ermita. Siete años más tarde, en 1595, otro ingeniero militar, Próspero Casola, la vuelve a incluir en su plano, a propósito del ataque del corsario Drake, pero la rotula ya como 'Santa Catalina', y así permanecerá ya en adelante en los siglos siguientes como se comprueba en planos como el de Pedro Agustín del Castillo, del año 1686. Su arraigo fue tal que aquellos 'arenales de Santa Catalina', dieron también nombre al castillo que se edificó, por el ingeniero Casola, en donde hoy se levanta el Arsenal de Las Palmas, y que perduró hasta lo años treinta del siglo pasado, cuando dejo paso al Muelle Frutero Ntra. Sra. del Pino., pero ya entonces existía en 'Muelle de Santa Catalina', origen del moderno Puerto de La Luz, y el Parque de Santa Catalina, nombre que tuvo de forma inicial los actuales Jardines de Doramas en torno al hotel que también escogió como nombre este arraigado topónimo y patronazgo, ubicado en las mismas raíces de la ciudad.
No es de extrañar que, a finales de 1930, como ha recogido en su libro sobre 'Centros Sanitarios en Gran Canaria (1900-1950)' el Dr. Nicolás Chesa Ponce, ante la carencia de centros sanitarios que pudieran atender una demanda creciente entonces en la isla, se considerara por un grupo de médicos de entonces (entre ellos Juan Bosch Millares, José Gómez Bosch, José Juan Megías Pérez, Manuel Ojeda Florido, Pablo León Santanach -que fue su primer director- o Rafael Juan Sintes) la creación de una nueva clínica, y que esta tomará el nombre de 'Clínica Santa Catalina' al ocupar «los terrenos donde se hallan los Baños de Santa Catalina, junto a la carretera del Puerto, para lo que adquieren dicha propiedad y encargan al arquitecto Miguel Martín Fernández de la Torre la redacción del proyecto».
Santa Catalina de Alejandría, traída por la buena voluntad de aquellos navegantes mallorquines del siglo XIV, se asentó aquí sencillamente como Santa Catalina, y tras la fundación y expansión de la ciudad arraigó como uno de los topónimos más identitarios de esta urbe, incluso con sabor cosmopolita, pues en los años de los ingleses y en los del turismo de la década de los sesenta el parque llegó a conocerse popularmente como 'Catalina Park'.
Hoy el nombre, el topónimo, Santa Catalina está muy arraigado en el alma y en el ánimo de esta moderna y populosa población. Quizá por ello, aunque nos honra y nos convienen apuestas modernizadoras tan efectivas, como que aquella clínica de 1930 sea ahora el moderno Hospital Vithas Las Palmas, con unos servicios de primerísima calidad asistencial, instituido a partir de hoy además como 'Hospital Universitario', dentro de la Universidad del Atlántico Medio, la población mantenga a nivel coloquial lo de 'Clínica Catalina', lo que debe ser todo un orgullo para Vithas, que conecta a través de ello con una de las raíces más potentes de la ciudad en la que trabaja y a la que sirve.
Santa Catalina no debe pasar desapercibida en esta capital atlántica, encrucijada entre continentes, cada 25 de noviembre, pues muchos sesos orígenes navales están en aquellos navegantes del siglo XIV.
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