La encuesta fallida
«Me preocupa el mero hecho de que alguien poderoso considere ir a cuchillo cada vez que se sienta perjudicado por una publicación desfavorable»
Una encuesta electoral hay que valorarla siempre con una justa medida. Puede servir para estimar tendencias de voto y puede dar pistas sobre los candidatos. ... Y ya. Porque los sondeos demoscópicos son eso, prospecciones de índole social, donde las personas que responden a los cuestionarios no siempre dan valoraciones ciertas. Y por ello, cuando una encuesta ve la luz, lleva incluido el porcentaje de margen de error, que puede ser de varios puntos.
En consecuencia, puede acontecer que una encuesta pueda ofrecer conclusiones muy distantes de los resultados finales. En España tenemos ejemplos recientes. Y también acontece en territorios foráneos. Y son los profesionales que hacen los cuestionarios y supervisan las entrevistas, por descontado, los primeros que lamentan que así pase.
Planteo lo dicho, porque esta semana ha sido noticia el proceder del presidente electo de Estados Unidos, quien ha maniobrado para demandar a un periódico del estado de Iowa, por haber publicado una previsión sobre las elecciones celebradas en noviembre pasado, pocos días antes de los comicios, donde se daba la victoria a la opción oponente. En la encuesta, es de suponer que con su oportuna ficha técnica, se concretó que Kamala Harris derrotaría a Donald Trump.
No soy adivino y desconozco si hay condiciones legales en suelo norteamericano para que la demanda prospere. Y de haber caso, tampoco soy consciente de en qué términos tendría recorrido. Pero como ciudadano que gusta de razonar y confrontar, me preocupa el mero hecho de que alguien poderoso considere ir a cuchillo cada vez que se sienta perjudicado por una publicación desfavorable. Trump gusta de intimidar y jugar con los valores democráticos. Y como ha creado escuela, a ver si en un lustro resulta que las encuestas serán cosa del pasado.
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