Todavía le dolía la cabeza a Manny Manuel, tras el desastroso espectáculo que ofreció en el carnaval del año 2019, cuando le sonó el teléfono.
—¿Quién es?— contestó con voz de ultratumba.
—Hola Manny, soy Inma Medina.
—Ya hace mucho tiempo de eso, casi ni me acuerdo —dijo aterrorizado el artista.
—Quiero darte una nueva oportunidad en mi ciudad, pero esta vez sin sorpresas. Sólo habrá agua, con gas como mucho— le ofreció Inma—. ¿Te apetece?
—Le agradezco, señora. Pero eso está muy lejos, y no guardo gran recuerdo. Tengo que colgarle ya— se apresuró a decir.
—Tengo previsto pagarle 76.000 euros, sólo tienes que venir, pedir perdón, comportarte y todos contentos— insistió Medina.
En ese instante, un excitado Manny Manuel dio un salto de la cama, incrédulo. Al principio creyó que era una broma de mal gusto. «¿Cómo me va a pagar eso si la última vez que fui mi caché era menos de la mitad?», pensó.
—No tengo todo el día. Diga, ¿quiere o no quiere venir?— dijo la voz de la concejala, ya más seria.
—Claro que quiero, señora. Llevo soñando (literalmente) con esta llamada mucho tiempo. No veo la hora de regresar a la isla de Las Palmas.
—Es Gran Canaria, Manny. Y la ciudad Las Palmas de Gran Canaria. Por favor, apréndete esto bien antes de venir— le ordenó una irritada Inma-. ¿Queda claro?
—Clarísimo, mi señora. Qué ilusión. Ojalá todas las resacas fueran así.
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