Insolidaridad nacional
Ultramar ·
Con una crisis de órdago asolando las islas vuelven los olvidos y desplantes metropolitanosNo hay que irse a los tiempos de la conquista, a los desafueros habituales en esos episodios con los pueblos sometidos ni a las levas que se hacían en familias canarias para poblar el Nuevo Mundo; solo es cuestión de refrescar unos pocos acontecimientos de la historia reciente para constatar cuán olvidadizo suele ser el Gobierno central para con las necesidades de esta tierra y lo poco que ha aprendido de las numerosas crisis que han jalonado la relación entre la metrópoli y este territorio de ultramar.
La ley del REF aprobada en 1972 fue consecuencia de serios desencuentros entre la incipiente burguesía y el Gobierno español, empeñado en ignorar los 'fueros' históricos, toda una seña de identidad, con los Puertos Francos por bandera. Aquellos desplantes dieron pie a un tibio movimiento regionalista y democrático que poco después cobraría prestancia.
En 1975, con la descolonización del Sáhara, la ciudadanía canaria volvió a sufrir el desamparo de los gobernantes de Madrid. Tanto que cuando en la última legislatura de las Cortes franquistas un procurador grancanario reclamó la solidaridad española para mitigar el impacto que aquí se sufría con la llegada de los colonos repatriados del Sáhara fue públicamente reconvenido diciéndosele que era obligación para con la patria asumir aquel coste. Resultado: barracones en Pedro Hidalgo para los retornados y una crisis económica, social y política, fruto de la desconfianza, que dio pie a uno de los momentos más convulsos de nuestra historia, con la irrupción del nacionalismo independentista y autodeterminista, que obligaría a una ofensiva estatal, que conllevó un millonario desembolso en gobiernos africanos, OUA mediante, para reafirmar la «españolidad» de las islas.
En 1993, el Gobierno de España presidido por Felipe González, protagoniza otro capítulo de desatención a las demandas que se le hacen desde el ya Parlamento autonómico. Aquella miopía provocó el desalojo del socialista Jerónimo Saavedra de la presidencia regional y el nacimiento de Coalición Canaria, un frente al que se sumaron las más variopintas fuerzas con el único nexo de ser de «obediencia canaria».
Ahora en 2020, con una crisis política, social, migratoria, económica y sanitaria de órdago el comportamiento metropolitano vuelve a los olvidos y desplantes. Otra vez, aquí desamparados. Y no se trata de amedrentar con un nacionalismo oportunista que se sustenta en el lamento. Se trata de razones de peso, de reclamar solidaridad nacional para con este archipiélago que navega proa a la miseria.