El 14F y la incertidumbre
Primera plana ·
Salvador Illa tiene como prioridad absorber el derrumbe previsible de CiudadanosLa incertidumbre logística que ha rodeado a la convocatoria de las elecciones catalanas es enorme. ¿Cómo se hace campaña en estas condiciones? Es verdad que no habrá actos multitudinarios ni nada similar, que el teletrabajo de los candidatos ocupará la mitad del tiempo y otro tanto la ronda por los medios de comunicación, pero calentar motores (del modo que sea) en aras de estimular a tus votantes es imprescindible. Y eso no se logra sin tener certeza de cuándo se acude a las urnas.
Que los comicios tienen que ser el 14F, no hay duda legal. La legislación electoral no prevé un retraso de la fecha. Aunque nadie se esperaba una pandemia y, por lo tanto, el legislador tendrá más adelante que zurcir en la normativa este tipo de dilemas por si volviesen a repetirse. En Galicia y Euskadi nadie recurrió a la vía judicial y, en suma, esa dilación fue permitida en cuanto que no hubo pleito en los tribunales. Pero que no hay vacilación en cuanto que tocaría el 14F, es incontestable.
Con todo, el dilema en Madrid seguirá siendo el mismo: ¿qué hacer si vence el independentismo e incluso supera el 50% de los votos válidamente emitidos? Una tarea muy complicada cuando las líneas editoriales respectivas y la presión mediática en vez de tender puentes refuerzan la confrontación. Y claro, el consumo de información en Barcelona y la Catalunya del interior es diferente al de la capital del Estado y el resto peninsular. Con el cántico del 'a por ellos' que los vecinos vitoreaban a la Guardia Civil que salía con destino a Catalunya en 2017, no se soluciona nada. Al revés, aumenta el anticatalanismo tan estilado históricamente en la derecha. Ya José Ortega y Gasset sentenció que no había solución y que, con suerte, toca conllevarse. Lo que, a estas alturas, parece más que dinamitado como opción real.
Salvador Illa tiene como prioridad absorber el derrumbe previsible de Ciudadanos. Una tarea no solo catalana sino que, a la vez, le sirve a Pedro Sánchez para arrinconar a la derecha en el Congreso de los Diputados. Porque la pugna entre socialistas, populares y Vox es cómo atrapar a su favor los respaldos que el 10N le otorgó a Ciudadanos 10 escaños. Si Vox entra en el Parlamento catalán, tal como apuntan los sondeos, y lo hace sobrepasando al PP, Pablo Casado estará cada vez más en una situación incómoda donde su liderazgo será cuestionado por un largo tiempo. Hasta las andaluzas no habrá, en principio, más competiciones electorales. Y el PP en Andalucía, con mando en plaza, puede (como lo hace, aún más, Alberto Núñez Feijóo) ir por libre sin que el cuartel general de Génova le tosa. En Illa tiene Sánchez depositada sus expectativas para afianzarse en La Moncloa. Con los Presupuestos aprobados, tan solo le falta una interlocución válida a sus intereses en Catalunya para, al menos, menguar el conflicto territorial. Pero si el soberanismo vence el 14F el tablero le será a Ferraz igual de complicado.