De huesos y músculos

Los pequeños accidentes nos recuerda nuestra enorme fragilidad. Hasta que algo se quiebra pensamos que somos indestructibles, huesos y músculos capaces de aguantarlo todo. Esa fantasía nos empuja a tirarnos por ariscos barrancos, a nadar en aguas adversas y a volar sin plumaje ajenos a la terca gravedad. Pero un fuerte golpe acaba con tanta soberbia y tontería: ¿hay yeso en el planeta para enderezar todo lo que rompió 2020?

La lesión sufrida el año pasado -¡cuántas ganas de escribir esto!- por el mundo en general, España en particular y Canarias en especial va mucho más allá de un simple traumatismo de libro. Ni es limpia como para corregirla con un doloroso pero rápido tirón en urgencias, ni se estudia en la facultad de medicina para afrontar una segura intervención en quirófano. Muchas operaciones con cierto riesgo harán falta para recuperarnos de tremendo taponazo en nuestra salud física, mental y económica. Hay que olvidarse de abrir, arreglar y suturar de un plumazo. Los optimistas hablan de una vuelta a la normalidad en el verano, los realistas de dos o tres años para volver a ser lo que fuimos y los pesimistas auguran que nunca andaremos con soltura.

Porque el batacazo de la covid en todo el organismo de eso que llamamos estado de bienestar ha sido mucho más profundo de lo que se ve con una sencilla radiografía. Hablamos de una sociedad herida en sus servicios esenciales, con un sector privado con fracturas múltiples y con un mercado laboral en coma inducido por ERTE en vena. El camino para superar tremendo accidente será largo y solo podrá recorrerse con una fuerte inyección de dinero público.

A la vista de los ceros que acompañan al tratamiento recetado por la UE, los euros no serán aparentemente un problema para la sanación. Hay dinero y voluntad de ofrecer a los médicos todos los medios necesarios para hacer su trabajo con garantías. Salvado el obstáculo de los recursos, el problema se centra entonces en la preparación de los doctores que las instituciones públicas tienen en nómina. Y es ahí donde surge la duda: ¿están a la altura los gestores de gobiernos, cabildos y ayuntamientos para afrontar el reto de volver a colocar en su sitio todos los huesos y músculos resquebrajados?

España y Canarias arrastran un penoso historial de despilfarro de dinero público en épocas de bonanza. Había que gastar y se hizo a lo loco. Veremos si los traumatólogos aciertan ahora con el diagnóstico y la cura. Estamos en sus manos.