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Huellas efímeras

Jueves, 1 de enero 1970

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Los días históricos duran también 24 horas, como los demás. En la sociedad del espectáculo son frecuentes los calificativos grandilocuentes a hechos, personas y circunstancias cuya relevancia está aún pendiente de comprobarse. El régimen de ansiedad que generan los hábitos de consumo convierte en hechos fundacionales un gol de chilena, la apertura de una zanja o una sentencia judicial.

Que un Gobierno caiga en apenas una semana y llegue otro más débil sólo debería ser motivo de preocupación, porque las dificultades ante los conflictos heredados, los del presente y los futuros, van a ser mayores. Y sin enbargo, la primera manifestación es de jolgorio, a cuenta de los agravios acumulados por la parte contratante durante los tiempos del plasma. A ese momento de euforia le sucede un periodo de espera en el que se miden los efectos de las primeras decisiones.

Una vez regresados a la rutina, la rueda vuelve a girar. Es el mismo curso de la vida que siguen las efímeras, esos insectos que apenas duran un día como adultos, porque mueren de pura exitación sexual.

Igual que de la naturaleza, se puede aprender de la historia. De la lejana y de la reciente, porque una mirada abierta al mundo señala el porvenir como las veletas cantan el rumbo de los vientos. Por proximidad y dependencia, nada de lo que ocurre en España puede sustraerse a su entorno. Los partidos políticos que pilotaron el cambio de milenio en Europa apenas son hoy reliquias sin vitrina, estructuras en decadencia o simple descomposición. Huellas efímeras, sin mosca. Si creían que con este salto del PSOE de 84 escaños ya lo han visto todo, tranquilos.

A Italia quieren salvarla juntos los de la extrema izquierda y los de la extrema derecha. Aliados en el poder.

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