Coherente hasta el final
Que lástima que el tiempo objetivo no entendiera lo que acabó comprendiendo y valorando en tu profunda esencia de hombre de Estado
Héctor de Armas
Martes, 21 de noviembre 2023, 18:55
No podía ser de otra manera, elegiste para irte el elegante gesto de los antiguos dominadores de la escena, un discreto mutis por el foro; ... coherente hasta el final.
Creo que cometiste pocos errores y uno de ellos fue elegirme como tu portavoz en el primer Gobierno de Canarias de nuestra historia nunca podré agradecerte suficientemente esa oportunidad. A tu lado aprendí a dominar las infantiles pasiones que nadan tienen que ver con la edad, aprendí a derramar sobre la mesa de las palabras las más acertadas para defender con todo el calor las decisiones que el Gobierno tomó en un tiempo, como diría García Márquez, que las cosas no tenían nombre y había que señalarlas con el dedo, el parque móvil de la administración regional era un Mercedes negro y el ajuar una vajilla que Loli Pallicer defendió con encendido denuedo en un pleno del Parlamento que, a falta de mejores cosas, se dedicaba a semejantes entretenimientos. Hoy nos encontramos, como diría el maestro de periodistas José María Izquierdo, con unos aguerridos cruzados de banderola, rosario y contenedor, esos exabruptos cortoplacistas si te hacían torcer el gesto.
Cada una de tus puestas en escena estaba llena de sentido político, sin improvisar nunca en el fondo de lo que querías decir: los valores del socialismo con rostro humano, de la tolerancia, de la pedagogía política, de la honestidad, del compromiso nos guiaban a todos y cada uno. Que lástima que el tiempo objetivo no entendiera lo que acabó comprendiendo y valorando en tu profunda esencia de hombre de Estado.
Recuerdo una cena en los años en los que tuvimos que fajarnos duro en la defensa del Protocolo II. Aquella cena, no recuerdo en qué embajada de algún país comunitario, en la que en los postres contestaste al embajador francés en francés, al alemán en alemán, al italiano en italiano, al inglés en inglés y todos comprendieron que por estas tierras no éramos unos desharrapados intelectuales. Ese eras tú, vivir a tu lado muchos años donde las alegrías y los sinsabores se sucedían y a ambas mostrabas tu mejor sonrisa sin descomponer el gesto, ha sido un privilegio que nunca nadie podrá arrancarme. Hazme un último favor cuando desde el oriente eterno ilumines nuestro torpe caminar: dale un abrazo fuerte a Juan Alberto Martín, a Alberto Guanche, a nuestro Felipe Pérez Moreno, a Manolo Álvarez de la Rosa y, cómo no, a nuestro querido Padrón, que cuando te pregunte qué quieres para cenar dile que espárragos con mayonesa.
Con el alma arrasada te digo que pronto nos veremos. Un beso fuerte, Jerónimo.
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