Al fresco de los alisios
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La suave brisa de la costa aleja los problemas. Desde la tumbona los diez pasos hasta el mar para darse otro baño parecen un enorme esfuerzo, tanto como alargar el brazo hasta la caipiriña que ahoga recuerdos de estos últimos doce meses. Una inoportuna voz interrumpe el comienzo de la segunda siesta: «perdón señor, el presidente canario otra vez. Que si puede acercarse un minuto a saludar». Un gesto enérgico con la mano da la respuesta y el jefe de gabinete la transmite con elegancia a Ángel Víctor Torres: «Ya lo llamaremos».
A los pocos minutos, Pedro Sánchez recupera el ritmo de respiración adecuado para olvidar el pulso con Pablo Iglesias, la derrota ante Isabel Ayuso, los indultos al procés e incluso alguno de los nombres de sus nuevos ministros. Un melódico «bueno, bonito, barato» rompe la ansiada paz a la orilla de La Mareta y el jefe del Gobierno español no tiene más remedio que quitarse las gafas modelo Falcon para atender a Pedro Quevedo que le ofrece una finísima toalla familiar con motivos africanos. «Mi imprescindible voto a cambio de respeto al fuero canario», reza como un mantra el diputado de NC.
La promesa de cumplir lo firmado «más tarde» devuelve al presidente español a la tranquilidad y las páginas del libro elegido para meditar el verano: 'Cómo dar la vuelta a las encuestas sin gurú de cabecera'. Al comienzo de la segunda página unas rudas manos sobre los hombros llaman la atención de Sánchez. «Masaje, masaje», susurra Chano Franquis al líder del PSOE mientras le muestra un mapa plastificado de las vías canarias pendientes del dinero del Convenio de Carreteras.
La ansiada paz sólo llega tras un mensaje a María Jesús Montero para que levante el veto al pago de los 500 millones. La respuesta -emoticono de beso volado- aleja al consejero regional de Obras Públicas que se cruza en la arena conejera con José Antonio Valbuena: «¿Pudiste decirle algo de la transferencia de las competencias de Costas?», le pregunta a su compañero socialista con la cesta llena de cocos en el brazo derecho. Silencio.
«¿Y ahora qué?», salta Sánchez cuando escucha gritos de auxilio entre olas y rocas al lado derecho de la residencia oficial. Una patera con 27 inmigrantes acaba de tocar tierra sin ser detectada por uno de los SIVE de la costa de Lanzarote que lleva año sin funcionar y que sigue sin reponerse pese a las reiteradas denuncias públicas. El revuelo de ambulancias, policías y Cruz Roja ahoga un suspiro: «Ya solo quedan 10 días más de vacaciones».
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