El pulso de Podemos
Veremos si el partido morado agacha la cabeza otra vez
No sabemos aún a ciencia cierta qué pasará en el debate de investidura de Alberto Núñez Feijóo y ya tenemos a Podemos marcándole el terreno ... a Pedro Sánchez para cuando sea elegido presidente. La formación morada se ha adelantado y reclama la continuidad de Irene Montero como ministra de Igualdad, como si el reparto de cargos en un Gobierno de Presidencia socialista fuese ahora mismo el centro del debate político.
El partido que lideró en su día Pablo Iglesias y que ahora comanda Ione Belarra ya no sabe qué hacer para que nos acordemos de su existencia. El protagonismo de Yolanda Díaz se les ha indigestado pero el problema es que lo aceptaron y ahora no cabe desdecirse ni arrepentirse. Podemos agachó la cabeza y, de paso, entregó la de Montero en el momento en que aceptó confluir electoralmente bajo el paraguas de Sumar y que la ministra de Igualdad no tuviera un lugar de salida en las listas electorales. Fue ahí donde Podemos debió haber dado la batalla pero calló, se rindió y ahora no se explica cómo pretende reivindicar a la misma persona que puso en la pira de las candidaturas.
Además, con esta puesta en escena extemporánea, lo único que consigue es dar argumentos al bloque conservador, que ya va pregonando que Sánchez, si es investido, volverá a presidir un Gobierno inestable, sumido en batallas continuas de sus socios, además de los carísimos peajes que habrá de pagar a Puigdemont y compañía. En cuanto a la propia Irene Montero, se ha echado en falta que asumiera algún tipo de responsabilidad por los efectos no deseados de la llamada ley del 'solo sí es sí'. Y en política la asunción de responsabilidades tiene su expresión máxima en la dimisión, que no es 'per se' un demérito si va acompañada de una sincera disculpa. Pero ni eso.
Si finalmente Feijóo fracasa en su intento de investidura y llega el momento de Sánchez, este deberá hacerlo liderando un primer bloque homogéneo integrado por el PSOE y Sumar. Si, por contra, Podemos quiere estar jugando a la amenaza o a ser una especie de incordio, se va a ver la tesitura de elegir entre hacer presidente a Feijóo o precipitar otra convocatoria electoral en la que puede que el resto de Sumar no los quiera como compañeros de viaje.
Veremos si finalmente el partido morado mantiene el pulso hasta el final o si de nuevo agacha la cabeza y pasa por el aro de sacrificar otra vez a Montero. Si así fuera, cuesta entender la necesidad de hacer el ridículo.
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