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Cuando Beatriz Calzada fue designada presidenta de la Autoridad Portuaria de Las Palmas, hubo voces en el ámbito de la política que apuntaron que Coalición Canaria la colocaba en esa plaza como posible trampolín de cara a la candidatura al Ayuntamiento de Las Palmas de ... Gran Canaria en 2027. Otros aseguraban que no era eso, sino que tenía un pasado familiar vinculado al negocio portuario y que por eso la habían elegido.
También circuló que no era ella la candidata de los empresarios del sector, que estaban la mar de contentos con Luis Ibarra, como también lo estuvieron en su día con Juan José Cardona.
Solo los que participaron en aquel proceso saben la verdad y, para ser más exactos, creo que podemos pasar de la tercera persona del plural a la primera del singular: Fernando Clavijo fue quien tuvo la última palabra, tanto porque así lo mandan los procedimientos como porque es secretario general de Coalición Canaria.
Pasado año y medio de aquella decisión, Beatriz Calzada pilota una Autoridad Portuaria que va viento en popa. No solo porque lo diga ella -y así lo dijo este martes en un foro en CANARIAS7- sino porque los números lo avalan. El negocio portuario fue de los pocos que resistió en pandemia y desde entonces no ha pasado de crecer. El mérito es, evidentemente, compartido entre quienes rigen administrativamente los puertos y quienes prestan servicios en ellos. En ese sentido, es clave que haya unidad de criterio entre la parte privada y la pública, como está siendo hasta la fecha. Eso ha permitido consolidar tráficos, ser competitivos y ganar cuota de mercado en este lado del Atlántico.
Y hay otro factor que es importante y que enlaza con lo primero: el diálogo con el Ayuntamiento de la capital grancanaria. En realidad, con todos los consistorios en los que la Autoridad Portuaria tiene presencia, esto es, también con Arrecife, Puerto del Rosario y Agüimes.
El desencuentro con el equipo de gobierno de la capital grancanaria no es bueno para ninguna de las partes. Calzada dijo en el foro que ella no inició esta guerra y sospecho que Carolina Darias y su grupo de gobierno argumentarán algo parecido. Pero si seguimos así, acabaremos diciendo eso de que entre todos mataron el consenso y el progreso se murió.
Costó mucho derribar el muro de incomprensión que separó durante décadas al Puerto de la ciudad y volver a esa etapa es algo que ni el primero ni el segundo se lo pueden permitir. Porque si se mantiene la guerra, volverán otras en el ámbito empresarial que también se habían atenuado.
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