Prigozhin
No es cuestión de llorar por el fallecido
En marzo de 2021, el Gobierno ruso se alteró con unas declaraciones del presidente de Estados Unidos, Joe Biden. El mandatario norteamericano afirmó en una ... entrevista televisiva que el presidente ruso, Vladimir Putin, era «un asesino» y que más pronto que tarde lo pagaría. Lo decía entonces tras conocerse un informe que aseguraba que Moscú había estado detrás de los intentos de manipulación de los resultados electorales en EE UU, todo ello con intención de favorecer a Donald Trump.
Han pasado dos años y medio de aquello y no sabemos si es pronto o si es tarde, pero los indicios de que Putin tiene las manos manchadas de sangre se acumulan. El último, por ahora, en la lista es Prigozhin, ese tipo inclasificable que lideraba el grupo de mercenarios Wagner, que trabajaba bajo pago de Moscú y que, sin embargo, demostró al mundo la debilidad del sistema de poder de Putin con una marcha de sus leales sobre la capital ruso que dejó estupefacta a medio planeta.
Prigozhin tuvo la mala suerte de subirse al avión equivocado el pasado miércoles. Creo que nunca sabremos lo que ocurrió:¿un accidente? ¿Una bomba oculta en el fuselaje? ¿Un misil? ¿Un dron? Lo único claro es que de Prigozhin no quedó prácticamente nada y que sus mercenarios ahora lo tendrán muy claro:o se someten las órdenes de Moscú o no solo dejarán de cobrar, sino que quizás podrían perder la vida. Quién sabe si ellos un buen día se subirán al avión equivocado, al vehículo equivocado, o se alojarán en el inmueble equivocado...
Dicen que muerto el perro, se acabó la rabia, pero aquí igual no vale el dicho. Porque rabia hay en Moscú y lo de la comparación con el animal creo que vale tanto para el difunto como para quien le sobrevive. Lo que sí sabemos es que la comunidad internacional no puede continuar como un espectador ante la televisión. Esa conducta y ese tiempo debieron pasar hace mucho tiempo. Para empezar, cuando algunas de las víctimas de Putin fallecieron fuera de las fronteras de Rusia. Entonces faltó valentía de las cancillerías para llegar hasta las últimas consecuencias en sus investigaciones -si es que de verdad las llevaron a cabo-. Yde esos polvos, los lodos que se han llevado por delante a Prigozhin.
No es cuestión de llorar por el fallecido. Pero sí de lamentar la debilidad de Occidente y la pasividad de Naciones Unidas, que es víctima precisamente de la capacidad de bloqueo de Moscú. Así, desde luego, Putin podrá seguir haciendo y deshaciendo a su antojo.
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