Los libros
Pombo la armó con su apología de la no lectura
Si se acude a esa especie de nueva biblioteca de Alejandría que es Google y pones Pombo, a día de hoy lo primero que aparece ... es la resaca informativa a cuenta de las declaraciones que hizo María Pombo sobre la ausencia de libros en las estanterías de su casa. «No sois mejores porque os guste leer, hay que superarlo», dijo la señora en sus redes sociales, donde tiene cientos de miles de seguidores. Fue la reacción a las críticas porque en unas imágenes de su casa no se veía libro alguno. Ni siquiera el manual de instrucciones del último móvil con el que mantiene viva su fama en estos tiempos digitales. Aquella respuesta abrió una tormenta que tuvo también como escenario las redes. Y ahí la señora Pombo encontró la mejor defensa: señaló hace escasos días que los insultos recibidos confirman su teoría de que la lectura no hace mejores a las personas.
En esto hay que admitir que no le falta razón: Hitler leyó e incluso escribió un éxito de ventas literario y ya sabemos lo que hizo. También el presidente Truman, que dio la orden de lanzar las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, tenía en la mesilla de noche un 'bestseller' atemporal como en 'La Biblia' y ya vemos que no le tembló el pulso a la hora de asar vivos a miles de personas. La lectura, 'per se', no salvará a la humanidad pero sí que puede enriquecerla. Es más, ayuda a hacer más llevaderas las estrecheces de la vida y ayuda también a entender a los demás, sobre todo a los que no son como nosotros. Así, incluso vale como terapia para la empatía, sin necesidad de acudir a un gurú del 'mindfullness' o a los muchos tutoriales al respecto que hay en Internet.
Pero, sobre todo, hay una reflexión que no debemos pasar por alto: ¿por qué es importante si la señora Pombo lee o no? Lo que me lleva inevitablemente a preguntarme por qué demonios le estoy dedicando estas líneas a esta mujer, que es respetable como cualquier hijo de vecino, pero que sospecho que no me aportará nada en la vida. Y no me digan que ella vale por los seguidores que tiene, que son legión. No me gusta la comparación pero seguro que ya conocen el chiste ese sobre las moscas y sus gustos…
Acabo preguntándome dos cosas -esto de vivir en la autointerrogación es muy de lectores impenitentes-: si una editorial convence a la señora Pombo para escribir un libro, por muy escuálido que sea, ¿sus seguidores irán en tromba a las librerías a comprarlo o a las ferias en busca de su firma? Y ella ¿renunciaría a los derechos por la autoría? Igual esto también cree que hay que superarlo…
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