Del director

Fútbol

Como siempre en este tipo de competiciones, da la sensación de entrada de que el interés no es mucho, pero si a las primeras de cambio España gana dos partidos con buen juego, todos nos ilusionaremos con un nuevo título continental y no solo veremos los partidos de la selección que entrena De la Fuente sino los choques entre todos los equipos participantes.

Si después llega la eliminación, o si se produce en la primera ronda, el estado de ánimo del país se resumirá en un enfado monumental, de manera que las conversaciones de barra de cafetería de primera hora de la mañana y en los grupos de Whatsapp girarán inevitablemente en torno a los errores del entrenador, el fallo de no haber llevado a no sé quién a la selección o de empeñarse en mantener a este otro.

Es lo mismo de siempre cada cuatro años, como también es lo mismo de siempre cuando se acerca el arranque de la competición liguera. En un país como el nuestro, donde el fútbol sigue siendo el deporte rey en cuanto a seguimiento popular y volumen de negocio, casi todos tenemos alma de entrenador y, ya puestos, de seleccionador. A fin de cuentas, la ignorancia es muy atrevida...

Esta vez quizás lo más atractivo a priori sea esa generación de nuevos valores que puede consagrarse en esta Eurocopa. Lo digo por Bellingham, Yamal, el propio Pedri y unos cuantos más. Atesoran calidad de sobra y una sensación de ser mayores de lo que en realidad son que asombra por momentos. Pero por eso mismo hay que ser pacientes con ellos y concederles el beneficio de la duda. Ya en la final de la Champions se pudo ver, en el caso del inglés, que no es fácil soportar el peso de tener los focos sobre él. Máxime cuando el fútbol es -no lo olvidemos- un deporte de equipo, donde la combinación entre veteranos y jóvenes puede dar grandes resultados -volvamos a mirar a la última Champions para comprobarlo-.

Pase a lo que pase a partir de esta noche, el fútbol entrará en miles de hogares del Viejo Continente y nos tendrá pegados a las pantallas. Habrá, como siempre, partidos buenos, partidos regulares y partidos rematadamente malos, pero la pasión compensa esos sinsabores. Que ruede, por tanto, el balón y que la única polarización sea, por un vez, la de con qué equipo va cada uno.