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Entre las novedades anunciadas por Ursula von der Leyen para su nuevo mandato al frente de la Comisión Europea (CE) está contar con un comisario (algo así como un ministro plenipotenciario, en teoría) dedicado al Mediterráneo, entendiendo que sus competencias no se centran en la ... calidad de las aguas de ese mar, sino en atender -y sobre todo contener- el flujo migratorio procedente de África.
Si finalmente se lleva a cabo, estaríamos ante la constatación de que la Comisión Europea sigue sin entender de qué va esto de las migraciones. Cosa imperdonable en alguien como Von der Leyen, que ya tiene experiencia al frente de la CE y que ha comprobado la complejidad del asunto migratorio y cómo una mala gestión del mismo erosiona la confianza ciudadana en la propia Unión Europea.
Desde la óptica canaria, sería imperdonable que la Comisión cometa nuevamente el error de no mirar hacia la ruta que parte de las costas africanas y tiene como puerto de llegada este archipiélago. Estamos hablando precisamente de la ruta más peligrosa y la menos atendida por Europa, que se ve que no tiene muy claro que Canarias es algo más que un párrafo en el Tratado de la Unión para reconocer la condición de ultraperiferia.
Sigamos con la teoría: Von der Leyen entiende que ese nuevo comisariado debe coordinarse con el encargado de la diplomacia comunitaria. Ahí es donde ya se ve que todo está con alfileres, cual castillo de cartas que acabará desmoronándose a las primeras de cambio. Lo digo porque si algo ha fallado en el anterior mandato es la capacidad de maniobra del comisariado que tenía al frente a Josep Borrell. La UE carece de una política exterior común sencillamente porque para que la haya, es preciso que los diferentes ministerios de Exteriores de los países de la UE den un paso atrás y acepten coordinarse y que sobre ellos haya una sola voz. No hay más que ver lo que sucedió en el inicio del conflicto entre Israel y Hamás, o lo que acaba de pasar con el presidente comunitario de turno, Viktor Orbán, acudiendo raudo y veloz a rendir pleitesía a Putin pese a los estragos en Ucrania.
Europa precisa con urgencia una política exterior sólida y que tenga en África uno de sus pilares. Pero si creemos que eso pasa por levantar muros o por fórmulas a la albanesa, como pretende Italia, o a la ruandesa, como el Reino Unido hasta que llegó Starmer, entonces habrá que concluir que Europa, además de equivocarse, está renunciando a los principios que teóricamente dan fundamento a la UE.
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