El folio en blanco

El folio en blanco también se siente saturado. Sabe que el columnista, cuando cruje los dedos ante el teclado como en una mala imitación de un pianista, se propone derramar sobre sus líneas las mismas y cíclicas realidades. Sabe el folio en blanco, producto de una relación íntima que se ha desarrollado durante años, que el que cruje los dedos también se siente cansado. Tiene derecho a hablar de la fatiga pandémica del ciudadano experimentándola en primera persona. Que tal vez se la única forma veraz de contar las cosas.

El folio en blanco odia estos tiempos en los que la letra impresa siempre habla de lo mismo. De dimes y diretes en las luchas de poder, del carrusel de decisiones sobre la vacunación, de la indigna posición del continente sobre lo que acontece al norte de África en materia migratoria.De hoteleros llorones que hablan menos de lo que esconden y mira que hablan. De una Unión Deportiva a la que han devuelto a la página de tribunales.

Ahora que estamos de aniversario del advenimiento de la Segunda República vuelvo a los textos de Chaves Nogales, a ese editorial que publicó en 'Ahora' cuando la rebelión fascista ya era algo más que un rumor de cafetín y pasillo palaciego. 'Por nosotros y por los que nos miran', lo tituló. Y le imagino pensando al caer sobre el folio en blanco que aunque no sirviera para nada valía la pena intentarlo.

Porque al final hay que contar las cosas. Por los que están aquí y por los que estarán, que de alguna forma necesitarán en el futuro la memoria de estos tiempos para evaluarnos con la distancia necesaria para comprender nuestros errores. El folio en blanco se satura porque vivimos días muy feos, pero de alguna forma juega un papel heroico en esta historia intentado encontrar un surco en el fango que sirva para ampliar los puntos de vista.