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Otro foco cultural que se apaga

Del director ·

Cierra el Monopol: son tantos los cierres que uno ya no sabe por qué número vamos

Martes, 27 de octubre 2020, 08:11

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El cierre de unos cines es siempre una mala noticia. Como el de un teatro, un museo, una biblioteca, una librería... Y son tantos los cierres que uno ya no sabe por qué numero vamos. Es verdad que también cierran bares, restaurantes, discotecas, hoteles, apartamentos, tiendas... pero creo que nadie discute que una democracia sin una caña de cerveza se puede entender, mientras que una democracia sin cultura es otra cosa. No digo que peor, o seguramente sí.

En el cierre de los multicines Monopol, en la capital grancanaria, confluyen factores que solo conocen sus dueños. A fin de cuentas es una empresa privada, que ha pasado por circunstancias singulares y complejas en los últimos años, y quienes llevaron y quienes llevan las riendas saben mejor que nadie lo sucedido. No es ahí donde quiero entrar, sino en lo que supone para la cultura en general el impacto de esta crisis.

Desde que el sábado Pedro Sánchez compareció para anunciar el estado de alarma y la posibilidad de que las comunidades aprobasen el toque de queda, se ha hablado mucho del daño a la restauración y el ocio nocturnos. Pero de la cultura se ha dicho bastante poco. Es más, en general en todo esta pandemia es como si no hubiera existido. Escuchamos algo en los inicios, plantearon un paro que quedó luego desdibujado y se fueron apagando sus protagonistas. Pero no por gusto sino porque sus plataformas, sus altavoces, se silenciaron. A fin de cuentas, si a un artista le quitas el escenario y ahora, por lo que se ve, también le robas la calle, ¿qué le queda para que recordemos que existe?

En cuanto al cine, las pautas de consumo hace tiempo que cambiaron. Yesa modificación se ha intensificado con el enclaustramiento que trajo aparejado el coronavirus. Fue entonces cuando plataformas como Netflix se impusieron. Es evidente que estamos hablando de otra cosa, de una forma diferente de ver productos audiovisuales, de la pérdida de la liturgia que acompaña a ir a la cine... y también del negocio que se genera alrededor de quienes lo hacen. Olo hacían.

A este paso, llegará un momento en que las instituciones públicas harán museos para recordarle al personal que hubo un tiempo en el que la gente compraba libros, iba a las galerías de arte, se sentaba a ver con otros una película y la comentaba al salir de la sala... Y todo ello conformaba la cultura.

Es verdad que ahora tenemos otras cosas. Pero a día de hoy no es lo mismo. Yveremos el precio de perder espacios para la socialización.

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