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La penúltima ocurrencia de Podemos, porque nunca será la última, es arremeter contra Mercadona y su presidente, el empresario Juan Roig.
Ione Belarra, la ministra de Derechos Sociales, lo señaló como un «capitalista despiadado» por «hacerse de oro» vendiendo sus productos. Parece un chiste, pero tristemente no lo es. Toda una ministra señalando a una de las principales empresas del país por cometer ese pecado capital que es ganar dinero.
En el mundo ideal de Belarra, los empresarios no crean empresas para obtener beneficios, sino para ofrecer al pueblo su mercancía sin esperar gran cosa a cambio. Esos despiadados hombres de traje y corbata que solo quieren el mal y comprarse un gran casoplón en una urbanización cara mientras el resto no llega a final de mes. ¿O ese era otro?
Lo cierto es que esa estrategia de fobia al rico carece de todo sentido se mire por donde se mire. Haría bien Belarra, por ejemplo, en preguntarle a los empleados de Mercadona, que no son pocos, si están felices en su puesto de trabajo o en cambio viven en un infierno.
Haría bien también la ministra en no arremeter contra las empresas privadas en general, aunque su sueño sea que todo dependa del Estado. En su utópica mente todo lo privado sobra, es el enemigo a batir, y por eso se pone muy nerviosa al ver claros ejemplos de éxito empresarial.
El PSOE le tuvo que pedir que bajara el tono, pero es año electoral y hay que volver a la oposición aunque aún gobiernen. Y para ellos la oposición, entre otros disparates, es eso, buscar empresarios de éxito e ir a por ellos. Los eternos complejos de un partido sin pies ni cabeza.
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