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Directo Vegueta se tiñe de blanco con la procesión de Las Mantillas

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Muchos diputados y diputadas, políticos y políticas, ciudadanos y ciudadanos... han puesto el grito en el cielo estos días a cuenta del «portavoces y portavozas» lanzado por Irene Montero. Según las palabras salían de la boca de la portavoz de Unidos Podemos en el Congreso comenzaron las descalificaciones, los insultos, las risas, los chistes... El machismo más casposo se hizo presente nuevamente de forma pública, sin tapujos, sin miedos, sin recato alguno. ¿Hubieran insultado igual a cualquier político hombre? Seguramente no. Es más, todos los días nuestros políticos pegan patadas al diccionario de la RAE y nadie se manifiesta, ni si quiera la Academia de la Lengua, Pero en esta ocasión hasta a la mismísima RAE se ha pronunciado, mostrando su oposición al nuevo vocablo de género femenino creado por Montero, y lo ha hecho incluso a través de varias de las escasas mujeres académicas con que cuenta nuestra insigne RAE.

A la vista del revuelo, de las críticas, de los hirientes comentarios, pareciera que Irene Montero ha cometido el mayor de los delitos posibles en este país. Y puede que en realidad, sin darse cuenta del alcance de sus palabras, haya cometido la mayor de las osadías posibles. Intentar cambiar el estado establecido de las cosas por los hombres. Ese es realidad el mal hecho, provocar a los hombres, a los santos varones que si para algo están en este mundo es para dirigir a las mujeres, y hacernos ver lo que está bien y lo que está mal; lo que es posible, y lo que no; lo que se puede cambiar, y lo que no; y sobre todo, son ellos los que deciden cuándo.

Y de lo que estamos hablando precisamente es del cuándo. Ha llegado nuestro momento, el momento de las mujeres, decía hace bien poco en un discurso que se hizo viral la comunicadora estadounidense Oprah Winfrey. Pero no es verdad, los hombres en su fuera interno sienten que no es nuestro tiempo, no quieren que sea nuestro momento, por que si tal cosa pasase, ¿qué sería de ellos? ¿en qué lugar quedaría su poderío? Pues mujeres mucho más sabias que yo lo tienen clarísimo. «El poder del hombre está correlacionado con su capacidad de silenciar a las mujeres». Quien firma tales palabras es Mary Beard, académica inglesa, la gran experta en la Roma clásica, y que ahora firma un libro que lleva por título Mujeres y poder.

Sin ser portavoza de nadie, si hay que crear nuevas palabras para lograr el cambio por la igualdad, inventemos un nuevo idioma.

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